Cada vez que el delito organizado pone al Estado contra la pared, el Gobierno de turno responde de la misma manera: sacando las uñas cuando ya es tarde, cuando el daño ya está hecho y hay muy poco que reparar. De tanto que se la empleado a lo largo de la historia contemporánea del país, la excepción ha dejado de serlo.
En 2002, partidarios de Lino Oviedo tomaron las calles exigiendo la renuncia de Luis González Macchi. Se declaró el estado de excepción y menudearon los arrestos.
En 2010, el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo secuestró al ganadero Fidel Zavala y lo guardó durante 94 días. Zavala fue liberado cuando la banda criminal quiso, no por el estado de excepción declarado en los departamentos del norte.
Un año más tarde, en 2011, el Gobierno volvió a declarar el estado de excepción para buscar a la banda terrorista armada en los departamentos de San Pedro y Concepción. Todo inútil. Nunca pudieron hallar a ningún elemento del grupo revoltoso aunque sí cayeron algunos rateros y descuidistas. Lo que se dice, pólvora en chimangos.
En 2015 el Gobierno recae en la práctica debido a “la grave conmoción interior generada por los grupos criminales que operan en la zona, poniendo en inminente peligro el funcionamiento regular de los órganos constitucionales, así como el resguardo de la vida, la libertad y los derechos de las personas y sus bienes”. Palabras, palabras. Y una vez más, todo inútil. Ni resguardo de la vida, ni de los derechos de las personas ni de sus bienes. En cuanto a la libertad, la ironía es sangrienta. Días pasados, la madre de Edelio Morínigo -que este julio próximo cumplirá seis años cautivo de los terroristas- decidió salir a buscar a su hijo ya que la pomposa FTC jamás tuvo ni la más ínfima pista de su paradero. Ni pistas ni tampoco vergüenza, a la vista de lo poco que le importa el cuadro de una pobre mujer sufriendo un calvario interminable.
Ahora quieren otro estado de excepción, con la excusa de buscar tipos que ya deben estar a 5.000 kilómetros de aquí.
La excepción sería que alguien pensara algo nuevo en esto de “luchar contra el crimen”. Hasta ahora, cada Gobierno se limita a hacer copy paste del penúltimo decreto, sin cambiar una coma.
¿Y si prueban despertando alguna neurona?