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Se viene la vacuna obligatoria…

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…y un bochinchero debate sobre las libertades personales

El actor Sean Penn (La delgada línea roja, Río místico) se niega a trabajar en sus próximas producciones hasta que todo el personal, desde el director hasta el ultimo tiracables, esté inmunizado contra el COVID. Idéntica actitud asumió la actriz Sharon Stone (Instinto básico, El especialista) y la renombrada productora Netflix acaba de imponer la misma regla. ¿Chiflados, paranoicos? Más bien, parecen ir en concordancia con una tendencia que empieza a ser mundial.

Por ejemplo, la veterana anfitriona argentina Mirtha Legrand anunció un retorno a sus almuerzos con un protocolo sanitario para invitados y personal del programa sólo superable por las islas de esterilización que operan en los laboratorios de alto riesgo biomédico. Hasta el gobernador de la provincia argentina de Jujuy ha obligado a todo el funcionariado a vacunarse. Además, nadie podrá subir a un ómnibus si no demuestra haberse aplicado las dos dosis de vacuna.

No hace mucho el presidente francés Emmanuel Macrón sentenció: “Ahora ustedes se quedan adentro y nosotros afuera”, en directa alusión a los antivacunas, quienes tendrán que guardar aislamiento obligatorio mientras los franceses que sí se han vacunado ganan la calle porque tienen mucho que hacer para remendar un país arrasado por la pandemia.

En Estados Unidos, mientras tanto, la orden de Joe Biden a todo el personal dependiente del Estado -que entre funcionarios públicos, oficinas postales y servicios armados bordea las cinco millones de personas- es vacunarse, lo quieran o no.

Es evidente que la tendencia apunta a volver obligatoria la vacuna contra el COVID. La realidad empieza a imponerse. Lo reportábamos ayer. Chinos y rusos dejaron sin vacunas a los 600.000 paraguayos que se pusieron la primera dosis, al tiempo que quienes recibieron la primera de Pfizer y Moderna optan, habiendo vacunas disponibles, por una actitud displicente y relajada como si ya estuviera todo normalizado y una segunda dosis fuera optativa. Mientras, las festicholas y los rejuntes empiezan a menudear, en un claro ejemplo de conducta de adolescentes.

Ante la inconsciencia que cunde, no sería rara la imposición por ley o decreto.
Tal vez no sea necesario que el Gobierno tome la iniciativa. Pero no nos extrañe que, a corto plazo, empresas privadas exijan la vacuna. Si está disponible, hay que ponérsela. ¿Qué idiota no lo haría?

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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