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¿Y si lo alquilamos…?

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Según declaraciones del ministro del Ambiente, la única solución para el lago Ypacaraí, sumido en una creciente contaminación, es la construc­ción de alcantarillado sanitario y plantas de tra­tamiento de efluentes cloacales en los 21 distritos que conforman la cuenca. Como dicen los espa­ñoles, chocolate por la noticia. Desde comienzos del siglo XXI –van a hacer ya veinte años, si seguimos con las obviedades-, los diagnósticos sobre la pudrición del emblemático lago y los es­tudios de factibilidad de obras de tratamiento de aguas negras podrían ocupar una biblioteca del tamaño del estadio de los Defensores del Chaco.

En estas dos décadas han sido tantos los anuncios de “inminente inicio de obras” y tan abundante la creación de organismos algunos de los cuales no pasan de simples siglas, que, si hu­bieran cumplido sus fines, las aguas del lago de la romántica canción deberían estar más limpias que una botella de agua mineral recién abierta. Pero no, el panorama es totalmente lo contrario.

De aquel color azul que mostraban las tarjetas postales del mediados del siglo pasado, las aguas pasaron primero a un color gris cadavérico para luego entrar en sus temporadas de refulgente verde producto de una frenética fotosíntesis que libera oxígeno, presente en la tierra desde hace 3.600 millones de años. Dos científicos de la Universidad de Bohemia, Jiri Komárek y Jarka Kómarkova, hablan de las cianobacterias responsables del proceso: «Son el invento más revolucionario que se ha dado en el planeta, al ser capaces de robar electrones al agua, pro­ducir energía, condensar el carbono y, como ‘residuo tóxico’, producir el oxígeno del que vivimos todos». De manera que, ya que somos incapaces de retornar al lago a su idílico color azul cielo, deberíamos alquilarlo como destino científico para que los estudiosos del origen de la vida hagan laboratorio a cielo abierto y, de paso, dejen algunos dólares en hoteles y restau­rantes. No hay mal que por bien no venga.

Tal como van las cosas, el lago dejará pronto de serlo para convertirse primero en un estero y luego en un terreno fangoso, ambas etapas ideales, desde el punto de vista biológico, para la proliferación de toda forma de vida. Claro que en el medio estaremos nosotros para arruinar también ese proceso.

Porque para eso somos muy buenos.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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22-11-24