Este 14 de febrero, Día de los Enamorados, Sandra no recibió flores ni un lindo saludo. Luego de 9 años, quien había sido su gran amor tomó una drástica decisión que le dejó algunas cicatrices en la piel y el miedo de no volver a tener la vida de antes.
“El sigue prófugo a pesar de todo, y nosotros vivimos con el miedo de que nos pueda encontrar. No salgo de mi casa, renuncié a todo”, comentó esta gran guerrera de a penas 26 años, madre de dos pequeños.
“Cambió mucho y comenzó a tomar. Hice una denuncia de violencia intrafamiliar porque llegó a amenazarme de muerte mediante palabras. Luego salió la orden de alejamiento, pero él no la respetó”.
Sandra aún recuerda aquel día caluroso cuando no había electricidad en su barrio y salió afuera de la casa acompañada de su familia. “Me atacó frente a mis hijos, mis hermanos y hermanas. Como si fuera un ladrón ingresó por la muralla del fondo y sin decirme una palabra, comenzó a golpearme. Me estiraba del cuello, me sacó a la calle y empezó a amenazar a todos con su arma, tenía un puñal y me lo clavó. Fue cuando la vecina de al lado abrió su portón y me gritó: ¡Vení! ¡Vení! Entré arrastrándome mientras lo distraían”.
PODERES DESIGUALES
Sandra es una de las sobrevivientes a intentos de feminicidio. En Paraguay las cifras son alarmantes. Una mujer es asesinada semanalmente en espacios donde deberían sentirse seguras, por personas que las conocen bien.
Carmen Echauri, socióloga, experta en temas de género y derechos humanos de las mujeres, aseguró que la raíz de la violencia de género son las desigualdades de poder y la dominación masculina sobre las mujeres, lo que puede manifestarse en diversos grados y formas.
«En este caso, el agresor no respetó la orden judicial de exclusión del hogar, en esa conducta están implicadas las creencias de la mujer como propiedad. Este es el enfoque que los agentes del sistema de protección a las mujeres contra la violencia necesitan incorporar en su mirada y en la aplicación de procedimientos y medidas de protección, tal como establecen las leyes 1600 de violencia doméstica y la 5777, del año 2016», aseguró la experta. Existe un marco de derechos y normativas, así como un conjunto de instituciones que conforman un circuito de atención a la mujer en situación de violencia.
Echauri explicó que el Ministerio de la Mujer cuenta con un servicio de asesoría, orientación y atención psicológica. La policía nacional tiene el mandato de asistir a las mujeres violentadas, recibir sus denuncias, garantizar medidas de seguridad y trasladar el caso a los juzgados de paz y al Ministerio Público.
Por su parte, la psicóloga Lourdes Ostertag comentó que cuando sucede algo similar a este caso es imprescindible buscar la ayuda psicológica, pues el estrés post traumático es una característica que se puede manifestar. «Se trata de vivir bajo un peligro inminente, la víctima puede caer en una depresión al estar en alerta permanente y el Ministerio de la Mujer cuenta con un albergue que
las protege hasta que el agresor vaya preso», mencionó la psicóloga.
UNA GUERRERA
Sandra vive con la esperanza de que su agresor sea hecho prisionero y dio un firme y contundente mensaje a todas las mujeres que como ella son unas guerreras.
“Quiero decirle que no se callen. Tienen derecho a vivir, nadie se lo puede quitar. Ahora solo pienso en mis hijos, que sean felices y no pasen por lo que pasé. «NO SE CALLEN».