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Vida, obra y vicisitudes de un camionero

Los hay de todo entre los que fueron noticia por cerrar rutas, presionar al gobierno, desquiciar a la gente, extorsionar, caer preso y amenazar con parar todo un país. Los hay los que lavan dinero a través del negocio que mueve los productos de nuestro país, están los que tiran los precios por los suelos, los que se rinden ante la oferta que no pueden rechazar de los intermediarios del negocio y también cómo Eugenio Martínez que tiene un solo camión, vive en Santa Rosa del Mbutuy y que sus márgenes de ganancia apenas pueden permitirle pagar la cuota del valor del vehículo. El conversó con Benjamín Fernández Bogado en el programa “Contrapoder” de Radio Libre y contó su verdad.

Él es uno de los tantos camioneros que hace poco se encontraban manifestando por problemas que tienen sus compañeros y lo que significa para este grupo de trabajadores el costo de combustibles y lo que reclamaban en relación a la suba de los mismos que produjo una serie de inconvenientes incluso para las personas que no transportaban ningún producto sino vidas que debían llegar de un punto a otro.

Ellos tuvieron sus horas de destaque bloqueando el libre tránsito de las personas y de vehículos lo que generó la irritación ciudadana y el temor del débil gobierno de Abdo de caer ante la presión. Eugenio Martínez es uno de los tantos choferes que mantiene y apoya a su familia conduciendo su vehículo que transporta principalmente granos de soja. . “Tengo 58 años y estoy en este negocio desde hace más de 25 años y solo he podido renovar dos camiones en todo este tiempo debido a que los márgenes del negocio son muy estrechos. Gente cómo yo es menos del 50% del negocio” afirma con cierto dejo de pesimismo y desazón”. Afirma que en realidad es muy difícil de salir del control que tienen sobre las cargas las empresas transportistas que son los que fijan el precio del flete. “Estos intermediadores tiran los precios para abajo perjudicando nuestro negocio y además hoy las empresas sojeras tienen también su propia flota por lo que se vuelve más complicado el negocio” dice Martínez quien cuestionó además la falta de elecciones democráticas en los sindicatos de cargueros.

Negocios turbios
Martínez también afirmó que “hay personajes políticos unidos al narcotráfico cómo el ex diputado suplente de la ANR Chicharo quien tenía más de 200 camiones que cobraban por flete un valor menor que lo que nosotros establecemos”. Dijo que se usa el negocio del transporte para lavar activos ilegales. “Hasta Cartes tiene empresas relacionadas a este rubro que cada vez dejan menos margen de ganancia. Un camión cuesta más o menos 400 millones de guaraníes y la mensualidad a pagar es de 7 millones por la compra. Sumando el pago al chofer, los seguros, el combustible, el desgaste de cubiertas etc. el margen que queda es muy bajo”.

Afirmó además que no se puede mantener este negocio sin que el Estado intervenga y fije los valores del flete. “ Si dependiera de la oferta y la demanda nomás nos destruirían aún más” dijo con pena.

El subsidio que el estado paraguayo cedió a la gasolinera Petropar despertó la incomodidad de las gasolineras privadas que presionaron para que esa medida no distorsione el mercado. Los transportistas golpeados por la detención de sus lideres dejaron para el jueves resolver una serie de cuestiones que van desde sus intereses particulares hasta cuestiones que buscan la adhesión de otros sectores a su causa cómo cómo derogar la ley Zavala-Riera que penaliza las invasiones de tierras. Riera ha vuelto a plantear severos castigos esta vez para los que cierran rutas.

La vida de un camionero con un solo camión cómo el caso de Eugenio Martínez representa a menos del 50% de los transportistas en el Paraguay y están apretados cómo un sándwich en esta lucha de intereses donde hay de todo: políticos, sindicalistas, intermediarios, sojeros, mafiosos y mentirosos. Con todo esto debe lidiar una sociedad que padece las consecuencias de los cierres e rutas que lo irrita más aun que la ya pesada realidad económica que les toca enfrentar.

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