El Opus Dei es una movilización de cristianos que tiene como principal actividad la formación católica, así también sus miembros realizan iniciativas del tipo social, solidario y educativo en línea con el ideal de servicio.
El Padre Víctor Urrestarazu brindó una entrevista a la redacción del equipo de El Independiente en donde comentó las actividades que realiza él como representante de la organización en Paraguay, así también las acciones llevadas adelante por el Opus Dei y las personas que forman parte del mismo.
“Nuestra contribución particular al todo consiste en trabajar y rezar para que no se pierda el genuino sabor que Dios ha querido dar a nuestro carisma fundacional, que es, como queda dicho, una manera entre muchas de vivir la misma fe católica”, resalta el Padre Urrestarazu.
¿Qué actividades prioritariamente sociales y religiosas se desarrollan desde la institución?
Las actividades institucionales del Opus Dei consisten en impartir formación católica a todas aquellas personas que deseen recibirla. Luego, cada uno procura a título personal encontrarse con Dios en su trabajo y dar testimonio de su fe allí donde transcurre su vida cotidiana, entre sus familiares, amigos y colegas.
A las iniciativas de tipo social y solidario, así como a las educativas y profesionales de distinto tipo, no las desarrolla como tal la Prelatura, sino las personas que forman parte de ella junto con otras que sintonizan con este ideal de servicio.
Por citar un emprendimiento asistencial en Paraguay, puedo mencionar al Centro de Apoyo Escolar Laguna Grande, en San Lorenzo, que se dedica a la promoción humana y académica de niños en situación vulnerable. Y a una constelación de centros similares más pequeños impulsados por mujeres en las periferias de Asunción.
También la obra presta ayuda espiritual y doctrinal a varios centros educativos de enseñanza primaria y secundaria que, en total, suman más de 2 mil alumnos.
¿En qué consiste la contribución a la misión evangelizadora de la Iglesia por parte del Opus Dei?
La Iglesia Católica es una realidad inmensa, que alberga, en armonía con las variadas sensibilidades humanas, múltiples caminos de encuentro con Dios dentro de la fe común.
En nuestro caso, nuestra contribución particular al todo consiste en trabajar y rezar para que no se pierda el genuino sabor que Dios ha querido dar a nuestro carisma fundacional, que es, como queda dicho, una manera entre muchas de vivir la misma fe católica.
Con otras palabras, lo que Dios y la Iglesia nos piden a todos los miembros del Opus Dei es eso: una fidelidad personal que es, a la vez e inseparablemente, fidelidad institucional.
SOBRE URRESTARAZU
¿Quién es el Padre Víctor Urrestarazu?
Antes que nada, soy sacerdote e intento serlo al cien por ciento. Con el “formato” de las series de ahora, me gusta decir que desde octubre del 2021 estoy viviendo mi “tercera temporada” en Paraguay.
Estoy enamorado de este precioso país que ya es parte total de mi vida. Valoro mucho la bondad de la gente, su espíritu de sacrificio, su resistencia ante tantas dificultades: no dejo de aprender de todos cada día que pasa.
Puedo decir que de niño y adolescente Dios fue metiéndose en mi vida y que de mil maneras, a través de la oración y la dirección espiritual, llegué a la certeza de que me pedía todo el corazón, toda mi vida. Y eso, sin cambiar lo que ya estaba haciendo.
Aunque, lógicamente, con la vocación al Opus Dei todo cambia: es como si encendiera una luz dentro del alma que nos ayuda a ver las cosas desde la perspectiva sobrenatural, desde el punto de vista de Dios.
En términos religiosos, ¿Cuáles son los principales desafíos que usted atraviesa o atravesó como miembro del Opus Dei?
Me parece que el principal desafío que yo tengo como miembro del Opus Dei no difiere sustancialmente del desafío que, más tarde o más temprano, se le presenta a cualquier persona que desee ser feliz: es el desafío de mantener vibrante, en crecimiento constante, el amor a Dios y el amor a los demás: la propia familia, los amigos, los colegas, la humanidad entera.
Me acuerdo de una frase de san Josemaría que siempre me inspiró: “Lo que se necesita para ser feliz no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado”.
El amor es como el fuego de una chimenea hogareña: se apaga cuando no se quema leña nueva. Y el combustible del amor son pequeños detalles diarios de servicio, son palabras y son silencios, son sacrificios y renuncias, y por supuesto tantos momentos de alegría y expansión.
MOMENTO DE REFLEXIÓN
¿Un mensaje final que quisiera brindar para la comunidad religiosa?
Que recen mucho por el Papa. Que quieran al Papa. Que están unidos al Papa. Estamos viviendo horas críticas en el mundo y el Papa Francisco sufre mucho. Necesita nuestra oración y así lo pide constantemente.
He tenido la gracia de conocerlo personalmente y puedo decir que somos buenos amigos. Con frecuencia le escribo y me responde. Una vez en Roma compartí con él un tereré. Otra vez, cuando vino a Paraguay en el 2015, le regalé un pequeño Via Crucis de plata que tiene grabado el emblema jesuita y le gustó muchísimo. Incluso lo ha mostrado en algunas audiencias públicas.
