Durante toda nuestra vida escolar hemos estudiado, de manera casi romántica, como los niños se disfrazaron de militares para ir a morir en la batalla de Acosta Ñu durante la Guerra Grande. Relatos del heroísmo y patriotismo de los niños y las niñas que dieron su vida en lo que se reconoce internacionalmente como una de las más terribles batallas de la historia militar.
Recordamos el día del niño en el contexto de un evento lamentable, que no tiene nada que celebrar, cuando deberíamos homenajearlos por su inocencia y su alegría, tomamos una de las fechas más oscuras de nuestra historia, donde como sociedad los enviamos a una muerte cruel que no correspondía con su deber.
¿Hemos cambiado mucho como sociedad durante estos años? Hoy la niñez y la adolescencia está librando batallas que los adultos no podemos ponernos de acuerdo para dar una solución, como el doloroso primer lugar en embarazo infantil que ostentamos, donde una niña menor de 14 años es madre diariamente y sectores conservadores se niegan a poder hablar de educación sexual integral o de penas carcelarias más severas para los abusadores, pero el Estado, que debe velar por el bienestar de los niños y niñas, sigue en discusiones sin fondo ni forma, mientras nuestra niñez sigue siendo postergada, abusada y maltratada.
Ojalá que podamos avanzar como sociedad y establecer acciones que realmente beneficien a la niñez y no a los intereses de grupos de poder que no pueden observar la realidad de manera más empática y secular.
