Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
La festividad de Caacupé del próximo 8 de diciembre ha tenido suspensiones anteriores. Ha ocurrido una vez hacia finales del siglo XIX con la peste bubónica, una vez por una revolución entre 1912 y 1913, y ha tenido también otra interrupción en la pandemia de la gripe española entre 1918 y 1920.
Ahora los cordilleranos están preocupados porque gran parte de lo que significa el año para ellos se constituye en las actividades comerciales y en los ingresos económicos que provengan de las movilizaciones masivas que ocurren durante las festividades del 8 de diciembre.
Habría que ver si realmente nos estamos jugando de nuevo la vieja confrontación entre qué es lo que más importa, la salud y la vida de las personas, o el negocio a salvarlo como sea, y vuelve a plantearse el dilema del inicio del coronavirus, si vamos a morirnos del coronavirus o terminaremos acabados en términos de pobreza.
Hasta el momento el Paraguay ha buscado con mucha resiliencia y con mucha resistencia buscar prolongar la vida haciendo grandes sacrificios que no fueron acompañados en la misma medida por el gobierno y menos por la burocracia estatal parasitaria que sigue cobrando igual como si nunca nada hubiera ocurrido.