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Pueblo sin plaza

Desde la antigüedad, la plaza ha sido ese espacio público amplio y abierto que se encuentra en el interior de un pueblo o una ciudad. Son sitios que se desarrollan al aire libre y suele ser el centro de reunión de los vecinos de una comunidad. En ellas se concentran gran cantidad de actividades sociales, culturales, comerciales, y suelen albergar fiestas populares y cualquier acto público imaginable.

Presumía erróneamente, que todos los pueblos y ciudades del Paraguay sembrados en su geografía a lo ancho y largo del territorio nacional, se habían multiplicado con ese modelo, ya que frecuentemente las plazas son el elemento originario de una población, alrededor de la cual se instalan las instituciones más representativas de la nueva comunidad.

No he realizado un estudio que indique cuántos pueblos no tienen plaza, en todo el país, pero he retomado el caso de San Ramón, del distrito de Santiago (Misiones). Es una clara disputa entre lo público y lo privado, que se repite en la actualidad en diferentes escenarios.

A mediados del 2018, el tema tomó estado público y, como lo que ocurre en el interior por lo general no tiene gran repercusión en la capital, máxime cuando no hay muertos, violaciones u otros escándalos parecidos, el asunto pasó al archivo de las identidades socio comunicacionales y con ese simple acto, la ciudadanía de ese pueblo perdió parte de su identidad, concebida como un ser colectivo con su propia idiosincrasia y con gran pérdida de la cultura local.

El terreno para la plaza estaba y está en San Ramón, pero su dueño y presidente del club 31 de agosto, Ignacio Galeano, decidió que el predio debía ser una cancha de fútbol para su club y “lamentó la reacción de los pobladores y consideró que la construcción sería de provecho para toda la comunidad.”

Otro personaje con visión de futuro que se sumó al tema fue el entonces gobernador de Misiones, Mario Hugo Maidana, que desembolsó Gs. 120 millones para la construcción de una muralla perimetral y así vencer la resistencia de los vecinos, que reclamaban salud, caminos y educación. Conclusión: la gobernación pagó el muro del presidente y dueño del club de futbol, que decidió que era lo mejor para San Ramón. Galeano y sus seguidores rechazaron la mudanza de la cancha a un espacio libre a cinco cuadras del lugar. La intendencia tampoco movió un dedo para que el dueño del predio recibiera el valor del terreno. El terreno es mío y yo hago lo que quiero.

Los jóvenes estudiantes de hoy, oriundos de San Ramón, rememoran lo ocurrido hace apenas tres años, cuando un grupo de vecinos compuestos por integrantes de la Comunidad Educativa y las iglesias católica y evangélica, realizaron manifestaciones, marchas, solicitudes a los concejales e Intendente de Santiago Misiones para impedir la muralla de 2 metros de altura por 380 metros lineales. Fue en ese marco de tensión que comenzaron las obras y lo que los albañiles de Galeano construían de día, los vecinos lo retiraban de noche. Esta estrategia de reclamo para que la cancha fuera trasladada a otro lugar y que el predio se convirtiera en plaza, no duró mucho tiempo.  El ganadero Galeano, con mucha hacienda y hectáreas en su haber, podía pagar la guardia nocturna para asegurar que nadie tocara la muralla. Los carteles de los manifestantes se fueron arrugando, las dificultades del tránsito, superadas por la fuerza de la costumbre y la obstaculización visual era un problema menor para un pueblo donde el patrimonio cultural y arquitectónico es un desconocido, con valor inferior al precio de un camión transganado, para gente cuyo parámetro es el kilo vivo de una vaca.

La foto que ilustra esta nota muestra la pequeña pared blanca de la Iglesia San Ramón Nonato frente al muro que, levantado por un grupito de poderosos e influyentes políticos, que casi desde siempre disputan el añejo bipartidismo entre gobernación e intendencia.

Ni los rezos y ruegos a San Ramón Nonato – “patrono del pueblo y protector de las embarazadas y parturientas”-, ni las “oraciones para resolver los problemas rápidamente-, que aparecen junto a imágenes del santo” por parte de la comunidad pro plaza, tuvieron algún resultado. Los fieles que acuden regularmente a la iglesia, al salir, levantan la vista y chocan contra el consolidado muro que no solo les robó el sueño del espacio propio para la comunidad, sino el horizonte visual de la zona boscosa, hoy con apariencia de centro carcelario.

Todas las culturas han desarrollado plazas. Algunas cerradas, otras abiertas. Los pueblos bárbaros, en cambio, no desarrollaron ciudades ni plazas, ya que que sus formas de organizarse eran poco comunitarias.

Ustedes, amables lectores pueden entrar a la página web oficial del VIII Departamento, Misiones, construido por la MITIC 2019 Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación. Intenté buscar datos o informaciones actualizadas sobre el tema. Ni una palabra. Abrí la sección noticias, informaciones etc. Ni una palabra. Solo al final de la página, quedé entre perplejo e indignado frente a un título que merece ser compartido.

  “La Corrupción es el abuso de un poder delegado para la obtención de beneficios indebidos”

Arturo Enzo Bregaglio
Arturo Enzo Bregaglio
Abogado. Periodista y Lic. Ciencias de la Comunicación. Fundador y director de Radio Sur (Córdoba) y Radio Trinidad/ViVa (Asunción). Vicepresidente por América Latina y Caribe de AMARC (Asociación Mundial de Radios). Numerosos cursos de Comunicación Política y Derecho a la Comunicación en América Latina, Canadá y Europa. Consultor de la organización para la Migración Paraguaya. Gestión de las campañas en Estados Unidos, Brasil, España, Francia, Italia, Suiza y Argentina, para el logro del voto de los paraguayos en el exterior.

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