Un amigo colombiano tiene una expresión cuando le incómoda y molesta afirmar:
¡Caracas! para no decir: «al carajo» con eso expresa incomodidad hacia algo desazón. Ahora podemos calificar así al estado en el que se encuentra uno de los campus más importantes de Venezuela: la Ciudad Universitaria de Venezuela (UCV), declarado patrimonio de la humanidad en el 2000 por ser una obra maestra, un ejemplo de realización coherente de los ideales artísticos, arquitectónicos y urbanísticos de principios del siglo XX”.
Hoy después de varias décadas va camino de convertirse en una ruina. como si aquel extraordinario reconocimiento, hubiera sido una condena. En vez de un premio a la excelencia. Partiendo de la declaración de la Unesco y que a su vez motive a la gente a ir a buscar allí la clave del éxito que es tener conocimiento en una de las ofertas de esta universidad que por falta de mantenimiento y protección de los pasillos que conectan las carreras del patrimonio humano venezolano. En una acumulación de problemas debido a la procrastinación hacia la educación también identificado en Paraguay donde aunque no sean problemas universitarios se destacan dificultades en los establecimientos educativos de primaria y secundaria donde hasta después de una lluvia el techo se deshace arriesgando la vida de sus estudiantes y no aseguran la enseñanza, aprendizaje ni vida de los integrantes del sistema educativo.
La universidad central de Venezuela no se queda atrás en el estado decadente de su país que está en sus peores condiciones. Corruptas administraciones hicieron de
Venezuela un país que otrora estuvo en el pico de su masivo ingreso de dinero por su petróleo entre los años 1866-1980 conocida como época de oro venezolana por la introducción de 192 millones de dólares mal administrados por gobiernos mediocres, nada empáticos con las necesidades sociales como lo fueron el gobierno de Chávez y sus 20 años presidiendo este rico país. La actual crisis económica que ni con Nicolás Maduro y su lema de campaña “juntos podemos” ha logrado sacar la cabeza del agua que ahoga a este país también afectado por el covid que como hace esta enfermedad destruye de a poco los miembros importantes del cuerpo humano comparándolo con el gobierno o estado del país que sostienen o echan al gobierno culpable de su triste situación de desidia a una avasallante corrupción.
Palabra y acto que sabemos no van de la mano con el hacer político, satisfacer necesidades sociales y cortar con el mal hábito de políticas de riqueza particular. La producción de la industria petrolera ha caído a niveles de los años cuarenta del siglo pasado que así no aseguran buenos proyectos.
Venezuela sucumbe cada día y lo que era un signo de orgullo ahora se hunde en el descrédito y el olvido.