Una noche de abril de 1476, el pueblo se subleva y le dan muerte al Comendador del Pueblo Fernán Gómez de Guzmán, que no respetaba las leyes y abusaba de su poder, comportándose como un tirano, en el pequeño pueblo de Fuenteovejuna. Los reyes envían jueces para investigar lo ocurrido y ante la pregunta ¿Quién mató al Comendador? todos contestan: Fuenteovejuna señor. “¿Quién es Fuenteovejuna?” y por respuesta: todo el pueblo, a una.
Por las dudas y dadas las sensibilidades que corren por estos días, donde se ven conspiradores detrás de cada rincón, debo decir que el párrafo inicial corresponde al dramaturgo español Lope de Vega, que resume en su obra teatral, el conflicto social entre el señor feudal y sus vasallos. No vendría mal que, en los ausentes cursos de formación de los partidos políticos, este material fuera lectura obligatoria a fin de reconocer que lo que nos pasa, no es nuevo, ni termina siempre bien, tal como viene ocurriendo en nuestro país desde hace más de 60 años, sin consecuencia alguna.
Han pasado 545 años y una noche de un viernes de marzo del 2021, sin horquillas, azadas, chullos ni otros instrumentos de labranza de la tierra, el pueblo se hartó, ganó las calles de Asunción y a golpe de clik digital, siguen manifestando su desaprobación cuando están por cumplir una semana, con el bono demográfico en las calles. SI…, el tan cacareado bono demográfico, les reclama que no son solo una estrategia marketinera de exportación. Solicitan inversiones en capital humano, en educación, empleo y sobre todo salud. Agravada por la pandemia, da cuenta del estado sanitario de la sociedad paraguaya y se presenta como una respuesta ineludible e improvisada, por parte de un gobierno ausente con vacunas o sin vacunas y una alta corrupción generalizada.
Mientras redacto esta nota, me pregunto si el Comendador, perdón Sr. Presidente, ha optado por la política del avestruz. Esconde la cabeza y cree que ya no se le ve. Grosero error. En sistemas presidencialistas como el nuestro, todo el mundo espera la palabra del número 1, devoto lector de la biblia según sus propias confesiones. A esta altura, no me cabe duda, que algunos de sus lúcidos asesores le arrancó la página. “Conozco tus obras: no eres frio ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio te vomitaré de mi boca. Libro de Apocalipsis 3:15-17.”
Mientras todo el mundo espera, cada vez con menor paciencia y con angustiantes números sanitarios que alcanzan el nivel más alto de la curva de contagios y fallecidos, Mario Abdo guarda recogimiento y solo eleva la cabeza, no para rogar al altísimo, sino para percibir algunas señales del Patrón. Por razones menos místicas, el empresario de frontera, que no abandona el país, a pesar de contar con libre tránsito a Israel y Taiwán, hace de su silencio una especulación diaria y las señales de los mensajeros mantienen en vilo al Presidente, tal como ya lo hicieran en su oportunidad con el acta de Itaipú. Felizmente, estamos lejos del magnicidio del siglo de oro español y muy cerca de especuladas y estudiadas renuncias, intentando cambiar sin que nada cambie. Que la gente no se dé cuenta y todo siga como siempre, para volver al estado de opresión acostumbrado, que asegura a buena parte de la población, continuar establemente pobres.
Es muy posible que la hegemonía acumulada en décadas, les haga pensar erróneamente que el granítico partido de 2 millones de afiliados, puede soportar estas y otras afrentas sin siquiera sentir cosquillas. Hace dos días, 56 seccionales coloradas, prometieron salir a las calles y dar la vida por Marito, difícilmente les acompañaba su familia. El llamado a la pacificación del presidente, dejará para la duda, la capacidad de movilización de estructuras que nacieron como una ingeniería electoral y hoy frente a la convocatoria digital de la juventud, comienzan a remecerse y dar sus primeros crujidos, luego de tantos años de eficaz labor prebendaría y clientelista.
La juventud paraguaya es la Fuenteovejuna del Siglo XXI, con el agregado que ha adquirido una cuota de racionalidad que le lleva a desmarcarse de provocadores e infiltrados. Nadie quiere el derramamiento de sangre entre hermanos. Ocurre que los parientes que nos vienen gobernando por décadas, no solo dejan mucho que desear, sino que trafican, negocian y cambian de bando según las señales de los poderosos que les puedan asegurar un exclusivo venturoso futuro.
Con las cabezas visibles de los partidos políticos ausentes, son los jóvenes vasallos los que determinan y determinarán el final de este capítulo de la historia paraguaya. Son pocos los que conducen y muchos los que marchan. Esto es una clara diferencia que va desde un seccionalero a diferentes líderes, como gustan autodenominarse, hasta el representante de un grupito obsecuente, que siempre cuenta con un presidente líder. Más allá del encumbrado cargo y que cuente solo con el anémico apoyo de sus vecinos, es posible que estemos caminando un sendero sin retorno, donde comience a ser valorada la persona o el funcionario para el cargo y no el cargo para la persona, tal como ocurre desde hace mucho tiempo. Quizá demasiado tiempo y todo lo que comienza, alguna vez termina.