El mejor recuerdo que guardo de mi papá es su calma y serenidad en momentos difíciles de la vida, o como se suele decir coloquialmente mi padre era «más tranquilo que agua de pozo». Don Enrique nunca desperdiciaba los minutos para hacer la siestita antes de salir a encarar la vida, incluso lo hacía sentado.
Hoy, a sus 80 años murió tras el diagnóstico de una enfermedad coronaria. Primero aguantó una cirugía a corazón abierto y dos cateterismos, sin embargo, en el proceso no pudo recuperarse y durante su estadía en la terapia, lentamente sus otros órganos fueron afectados y dejó de existir físicamente para permanecer para siempre en la memoria de sus familiares, amigos y conocidos.
Papá siempre fue un hombre de pocas palabras, pero de muchas expresiones afectivas y acciones. Nunca dio lugar a la discordia y a conflictos estériles que no conducían a nada, vivió una vida sencilla y en plenitud. Disfrutó de su vida a su manera y no desperdició tiempo en preocupaciones, fue el ser más sabio que conocí, obvio que como cualquier ser humano también tuvo sus errores.
Cuando yo era niño, recuerdo que papá era reacio a demostrar sus sentimientos, pero con el tiempo y la edad fue cambiando para mejor, tanto así que ya no aguantaba un minuto de conversación sin derramar unas lágrimas cuando se trataba de algo afectivo, con los años su capacidad de percibir los sentimientos como el dolor, la ternura o la compasión fue cada vez más alta y sensible, el tiempo lo volvió propenso a demostrar sus sentimientos, con palabras, acciones, desbordado siempre, acompañado de pequeñas lágrimas al expresar sus más íntimos afectos.
Hombre de pocas palabras, se expresaba a través de acciones; impulsó la fundación y construcción de la escuela y el colegio de la comunidad, integró todas las comisiones vecinales y solidarias para ayudar a su comunidad de Laguna Pacoba, además, fue un incansable impulsor de la construcción de varias obras; iglesia, caminos y el sistema de agua potable. Fue fundador de un conocido hipódromo en la zona construido para recaudar fondos y destinarlos a trabajos solidarios y ayuda comunitaria.
Incluso mi papá va ser enterrado en el mismo cementerio donde fue presidente de la comisión pro cementerio que buscaba regularizar y ampliar el camposanto de Barrero Villar.
Papá fue un vecino muy activo, integró también el grupo de propulsores para la creación del distrito de Yasy Cañy, conformó posteriormente el primer cuerpo legislativo del nuevo distrito como concejal electo.
Actualmente dejó acéfalo el cargo de presidente pro puente del arroyo Mbatay que esta colindante entre la colonia Laguna Pacoba y Cerrito, departamento de Canindeyú.
Para mí papá la política nunca fue una forma de vivir, sino una forma de servir a su comunidad, así se destacó sirviendo como concejal y como miembro de su querida seccional y subseccional coloradas del distrito de Yasy Cañy.
Papá nació el 15 de julio de 1942 en Belén- Concepción, desde que tengo memoria festejó siempre sus cumpleaños y con el tiempo esa fecha se volvió tradicional en mi familia, creo que mi padre usaba la fecha como una excusa para juntarnos a todos los hermanos, familiares y amigos cercanos.
Mi hermana me contó que durante su estadía en el hospital, papá llegó incluso a invitar a otros pacientes y algunas enfermeras para el festejo de su próximo cumpleaños el 15 de julio, pero lamentablemente los designios de la vida no le permitieron llegar a su fecha feliz; la celebración de su natalicio número 81.
Papá nunca dudó de la posibilidad de salir bien de su cirugía y seguir con vida, confió profundamente en la ciencia y en los médicos, cuando le expliqué en qué consistía su cirugía me respondió en guaraní: «ajepa iformal la ivalelaja koa médico kuera»
Mi papá salió muy temprano de su casa, emprendió viajes de trabajos por todo el país, finalmente se instaló en el distrito de Curuguaty, lugar donde compró tierras, se casó con mi mamá y tuvieron 8 hijos. Más adelante conocimos a la otra hija de papá, quien rápidamente se integró a la familia y lo acompañó hasta en los últimos minutos de su vida terrenal.
Papá llegó a tener 9 hijos, 16 nietos, 2 bisnietos y muchos yernos a quienes prácticamente trataba como si fueran sus hijos.
No me gusta decir que papá murió, creo que sigue respirando una frescura de paz y tranquilidad y que solo decidió hacer lo que tanto le gusta, dormir una siesta, esta vez para despertar en nuestras memorias y quedarse a vivir para siempre en nuestros recuerdos. Hasta siempre papá.