Por Benjamín Fernández Bogado
Uno de los lugares más bonitos del país descubiertos en los últimos años, ha sido una laguna ubicada en la zona de Piquete Cué y que hoy es noticia en la portada de uno de los grandes periódicos norteamericanos de Washington Post, donde demuestra con una fotografía aérea la diferencia entre una laguna no contaminada con otra de color rojizo proveniente de una empresa de curtiembres que ahora se le tiene que preguntar con qué elementos han contaminado la laguna. Esa pregunta la hace el Ministerio del Ambiente, que no ha podido entender desde el principio que esa empresa no podía seguir operando en el mercado paraguayo cuando ya tuvo acusaciones similares desde su planta de San Antonio.
Lo que también fue un atractivo turístico para muchos, estos gigantes Yrupé. Era en esa zona de dicha laguna donde crecían. Ahora todo eso es historia. La contaminación nos mata y fundamentalmente nos desnuda la poca capacidad administrativa que tiene el Estado para cobrarse a la persona o a la empresa que ha hecho la tarea de polución o de destrucción de nuestros recursos naturales, que piense dos o tres veces antes de volver a cometer dicho delito. Las cuestiones ambientales dejan mucho que desear en un país que tiene la mayor deforestación de kilómetros cuadrados en el mundo y que, sin embargo, a pesar de las advertencias, nada hace para frenar dicho deterioro.
