Un placer desenfrenado caracteriza habitualmente un encuentro sexual, hasta que la escalada por la satisfacción plena se hace presente, anunciando un profundo orgasmo. No obstante, ¿en algún momento sentiste que tu pareja no quiere estar cerca de vos una vez que llega al clímax?
Esa misma persona que anteriormente no se despegada de tu cuerpo y demostraba un gran nivel de efusividad a través de intensos besos y arañazos descontrolados, ahora rehúye a tu contacto, haciéndote a un lado de la cama o yendo directo al baño.
“El orgasmo es una sensación muy intensa de placer que expone fases emocionales diversas como enojo, irritabilidad, ansiedad, cambios en el estado de ánimo y cierta sensación de confusión, independientemente del género”, resaltó Jazmín Escobar, psicóloga clínica y especialista en sexología. Sabiendo esto, la licenciada explicó que cada persona experimentará una manera distinta de sentir luego del orgasmo.
Prosiguiendo, indicó que el orgasmo libera endorfinas, dopamina y oxitocina, influyendo en el estado de ánimo. Así, la segregación en gran medida de la oxitocina provoca el apego, el vínculo emocional y las ganas de compartir con la pareja luego de la actividad sexual.
Por otra parte, hay personas que experimentan sensaciones de tristeza, ansiedad, rechazo, irritabilidad y malestar luego del orgasmo; a este síndrome se le denomina como Disforia Poscoital (DPC).
“En la DPC, cuando se produce un orgasmo, se desactiva la amígdala que es la responsable de regular los sentimientos y emociones, hay un bajo nivel de actividad en la corteza prefrontal, generando una pérdida relativa de control de la conducta”, citó la especialista.
Jazmín Escobar, psicóloga clínica y especialista en sexología
¿SIENTEN MENOS PLACER?
Escobar aclaró que las respuestas emocionales postcoitales son independientes al nivel de placer experimentado durante el coito; es más, no siempre se logra alcanzar un orgasmo, pero lo más significativo es la satisfacción sexual de toda la experiencia erótica y la sensación de bienestar generada por la actividad sexual desde la previa hasta el momento después del coito.
“Si bien se genera una sensación de frustración por no alcanzar el orgasmo, la expectativa es más psicológica y de demanda sociocultural que fisiológica. Los obstáculos para la incapacidad orgásmica pueden ser psicógenos, fisiológicos, hormonales, vasculares o sociales”, argumentó.
En síntesis, el escenario erótico se puede disfrutar de diferentes maneras, experimentando con el momento que logra unirte a tu pareja. Posteriormente, si al terminar o no el orgasmo, tu pareja se vuelve ligeramente indiferente, eso no se encuentra relacionado con toda la satisfacción atravesada.
“Las respuestas postcoitales no son controladas y están condicionadas por estímulos no relacionados a la pareja”, determinó la psicóloga, detallando que para cambiar esa realidad, el mindfulness erótico es una excelente herramienta para la conexión de cada miembro de la pareja con el momento presente.
Escobar mencionó que el mindfulness genera mayor capacidad de atención plena a los estímulos relevantes que se concentran en la sensorialidad erótica, alejando y evitando pensamientos ansiógenos y negativos que interfieren con la capacidad sensitiva y orgásmica.
“La mejor manera de disfrutar es el autoconocimiento, la comunicación en la pareja y la libertad de expresión como manera de comunicar al otro como se está viviendo la experiencia sexual”, aseveró la sexóloga, reiterando que la meta sexual no debe ser el orgasmo, sino la gratificación sexual y la satisfacción erótica del conjunto de estímulos, caricias, miradas, experiencias e intimidad transitada por la pareja.