Por Benjamín Fernández Bogado
En una de las cuestiones en la que se habla poco en el Paraguay es en el factor de qué podemos hacer en tiempos de tan larga sequía con nuestros cauces hídricos y especialmente con el lago Ypacaraí. Ahí, en el último de los casos, se vuelve siempre a lo mismo de que habría que coordinar planes que permitan que las aguas negras no terminen en el lago y lo contaminen. Pero para eso hace falta una inversión de casi mil millones de dólares, que no parece ser la prioridad de ninguno de los intendentes ni tampoco del poder central de llevar adelante esta tarea.
Algunos creen que esto también tiene que hacerse sólo con la cooperación internacional, que conoce bastante temas de volver a revivir algo que es un patrimonio de la naturaleza y en el Paraguay, que ha tenido incluso una connotación cultural importante a través de la famosa canción Recuerdos de Ypacaraí, que es casi un himno de nuestra patria. Debemos volver a convertirlo en el lago azul, donde el lago negro que es en la actualidad y para eso tendríamos que aprovechar este período de bajante de aguas para limpiar su lecho, para buscar los mecanismos que hagan que no se siga convirtiendo al mismo en una cloaca a cielo abierto. Y especialmente para comprometernos desde la actividad ciudadana a hacer que eso, que es el símbolo de nuestro país en muchos aspectos, vuelva a cobrar vida.
Ahora que las aguas han bajado notablemente en el lago Ypacaraí, y también en el río Paraguay, que tiene la bajante más grande de los últimos 100 años, es el tiempo de mirar esta circunstancia con ojos absolutamente renovados y con compromisos enderezados a la misma dirección.
