Pueden valer hasta 10.000 euros, recrean emociones y expresan placer. Los robots sexuales crecen en popularidad y los expertos advierten de sus riesgos.
Según Expansión, la tecnología avanza hasta límites insospechados. En tiempos de pandemia y con las redes sociales reinando en nuestras vidas, el modo en que se conciben las relaciones personales ha cambiado drásticamente.
Del primer granito de arena que suponen las aplicaciones para ligar hasta las citas por videoconferencia, ahora empieza a tener más enjundia un fenómeno de lo más llamativo: la «robosexualidad». Los robots sexuales son un sector en auge a nivel mundial.
El medio explica qué es un robot sexual. Se trata de máquinas con inteligencia artificial concebidas para un uso sexual. Recrean la figura humana con una precisión escalofriante. Se pueden personalizar a gusto del usuario, desde el género a las facciones, pelo, tono de piel, voz e incluso carácter.
Como en la película Blade Runner 2049, donde la actriz Ana de Armas interpreta el papel de un androide de «acompañamiento», estos robots pueden recrear expresiones faciales y emociones, responden preguntas y tienen genitales. Por supuesto, saben manifestar placer y algunos incorporan hasta calor corporal.
Mientras estos objetos crecen en popularidad, los expertos advierten de sus riesgos. Christine Hendren, doctora de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, advirtió a la BBC de que algunos de estos robots ya ofrecen la opción de recrear un escenario de violación sexual.
Una característica de estas máquinas es que pueden llegar a recrear el calor corporal propio del ser humano. Además, como casi todos los dispositivos electrónicos, tienen un peligro que no debe pasarse por alto: se pueden hackear. En este caso, las consecuencias podrían ir desde la vigilancia al robo de datos, pero en las circunstancias más extremas, muchos expertos advierten ya de que podrían programarse para dañar físicamente a su dueño.
La ficción ha explorado este escenario en más de una ocasión y aunque parecía irreal, los robots sexuales son una realidad y también lo son sus peligros.
El primer prototipo de muñeca robot sexual con inteligencia artificial fue Harmony, creada por la compañía RealDoll, que cuesta 5.999 dólares.
Otras marcas reconocidas en el sector son RobotCompanion y Real Robotics. En función de la compañía y las características, pueden costar entre 2.000 y 10.000 dólares. No es un mercado apto para todos los bolsillos, pero cada vez hay más adeptos. De hecho, en China ya proliferan los prostíbulos donde sólo hay prostitutas sintéticas.