El ente debe ir a manos de sus legítimos propietarios
Desde que fue creado en 1943, el Instituto de Previsión Social fue un instrumento político al servicio de los gobiernos de turno. En 1950, el decreto-ley 1860 le otorgó al Poder Ejecutivo la potestad exclusiva de nombrar un director general al frente del consejo administrativo. Los ministerios de Salud y de Trabajo tuvieron desde entonces directa injerencia en el manejo de la institución, dando participación al empleador con dos consejeros y a los trabajadores con otros dos. Así se ha estado manejando durante mas de siete décadas. Forzando el simil, diremos que esta estructura es como si en una sociedad anónima el capital aportado por los accionistas privados lo manejara el Estado. Y ya sabemos lo que pasa cuando el patrimonio del Estado cae en manos de burócratas teleguiados por políticos.
Se hace imprescindible avanzar con la reforma de la ley del seguro social, que a fuerza de remiendos ha ido perdiendo claridad y contudencia en su finalidad de administrar el aporte del 9,5% del trabajador y del 14,5% del empleador sobre el salario de planilla. En 2021, IPS exhibía un patrimonio neto de 26,3 billones de guaraníes, US$ 3.814 millones y monedas, cifras que equivalen a las de una corporación de respetables dimensiones.
El IPS nunca estuvo gobernado por sus verdaderos propietarios, los que generan el capital y que deben ser los directos y únicos beneficiarios de los fines para los cuales ha sido constituido: administrar los haberes jubilatorios y prestar un servicio integral de salud. Son dos áreas muy bien definidas, cada una de ellas con su complejidad y sus reglas, con sus deberes y haberes y que por ello requieren los servicios de los mejores profesionales que se pueda conseguir.
El manejo de los fondos de retiro es hoy una disciplina de alto perfil. Requiere no sólo idoneidad académica sino también el marco legal que permita migrar de un sistema de reparto a uno de auténtica capitalización a fin de darle sostenibilidad.
El área de salud es aún más compleja. No se reduce a reunir a los mejores médicos y especialistas. Requiere dominio de la hotelería hospitalaria y apropiado estoqueo de medicamentos, las áreas más sensibles.
Y por sobre todo, un mecanismo de auditoría que garantice transparencia de gestión.
Este proceso hay que iniciarlo cuanto antes.
Es imperativo. Toda demora juega en contra.
