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Vanidades perversas

La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son algunos de los pecados capitales que debemos evitar por cuestiones morales. La vanidad también es una de ellas porque dicen que el diablo es un adherente a esta debilidad humana.

Acabo de leer un gorjeo (tweet) llamativo en el que una persona quiso fotografiarse y compartir unos segundos con una cantante argentina en la Expo. Pagó mucho dinero para eso y se quejó que no la dejaron exhibirse con ella para su propia vanidad quizás o para la envidia de sus amigos tal vez. Quería saludar y encontrarse con la artista y eso costaba 2 millones de guaraníes. Se le adelantaron otros 30 que eran parientes y amigos de los organizadores que no habían pagado lo que la fanática se quejaba.

Estamos frente al pecado de la vanidad que cada vez es más frecuente experimentarlos en estos tiempos donde la cámara fotográfica está en un celular que puede ser compartida por varias redes sociales inmediatamente para despertar envidias de otros.

Dos millones de guaraníes no es poco dinero viéndolo desde el ángulo que es casi el salario mínimo de un mes de trabajo por una fotografía y el saludo a una persona. Pero la vanidad cuesta y cuando no se recompensa genera llanto y pena.

La vanidad domina muchas veces nuestros actos. Queremos mostrar algo que no somos, que solo ambicionamos pero que está lejos de la realidad.

Entre los 7 pecados existe uno que de primeras no está en la lista de los ya conocidos, más existe uno que incluido por el papa Gregorio y se trata de la vanidad. Para el pontífice “la vanidad es el comienzo de todos los pecados”.

Ella consiste en un tipo de arrogancia, engreimiento y una expresión exagerada de la soberbia. Es tan humano esto que algunos pagan para exhibirlo aunque después no sean correspondidos y se quejan por ello. Una pena.

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