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Morir por hacer periodismo

Morir por contar verdades incómodas: esto es lo que les ha pasado esta semana a dos periodistas españoles en Burkina Faso. David Beriain y Roberto Fraile fueron víctimas de una emboscada el pasado lunes por una violenta célula de delincuentes vinculada a Al Qaeda. Beriain y Fraile se encontraban en ese país del África occidental con motivo de un documental sobre la caza furtiva de animales, un negocio tan lucrativo como cruel, que, para el año 2050, acabará con la vida de especies milenarias en todo el continente.

La muerte de David Beriain me ha conmocionado porque ambos somos egresados de la misma carrera en la Universidad de Navarra, por un lado, y, sobre todo, porque él representa todo lo que he admirado siempre del periodismo: valentía, honestidad y compromiso absoluto con el sagrado principio de que los ciudadanos tienen el derecho de conocer la verdad, también aquellas verdades que nos empobrecen como seres humanos, para, a través del conocimiento, del entendimiento y la empatía, despertar conciencias e iniciar procesos de cambio.

Hay muertes que emocionan e inspiran porque son propiedad exclusiva de los grandes héroes. David Beriain es uno de ellos y, a modo de ver, se une a la muerte del filósofo Sócrates, y de muchos otros periodistas, que, con su vida, han sido ejemplo de integridad, negándose a traicionar sus creencias, aceptando de manera consciente y libre un final inevitable para quienes están decididos a contar lo que nadie más se atreve. Esto es heroísmo y un acto supremo de amor: dar la vida por aquello que consideras un bien más sagrado que tu propia existencia. Que Dios le colme de bendiciones y le dé el abrazo eterno que todos queremos darle.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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