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Los cambios y el miedo

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En los ’70 aparecieron las calculadoras de bolsillo, maravillas de la tecnología de medio siglo atrás. De inmediato reaccionaron los cenáculos de la enseñanza para rechazar al intruso que podría alterar la rutina escolar y malograr en los niños y adolescentes el desarrollo de su capacidad de realizar cálculos mentales o empleando artesanalmente las tablas de multiplicar y los sistemas de división, suma y resta tan trabajosamente enseñados en el aula. Hoy la calculadora es una pieza de museo y las operaciones aritméticas son parte de procesos intangibles realizados por programas, aplicaciones y software capaces de hacer billones de cálculos por microsegundo. Las cuatro operaciones básicas pasaron a ser una habilidad no exigible pero recomendable como parte del desarrollo cultural.

En los ’80 hicieron su mise en scéne las computadoras que irían a reemplazar las máquinas de escribir. No tardaron mucho en reaccionar los sindicatos de periodistas y gremios gráficos para advertir que aquellas pantallas a las que habría que estar mirando todo el día iban a arruinar la vista del trabajador. Cuando a este desembarco se agregó la composición gráfica electrónica, se pusieron en pie de guerra quienes componían textos y armaban páginas. “Nos quedaremos sin empleo” fue el cálculo rápido. Ni una cosa ni la otra. La PC se incorporó con una poderosa herramienta de trabajo que amplió horizontes, simplificó pasos y multiplicó la capacidad de investigación del gremio de prensa. Tipógrafos y linotipistas se transformaron en operadores de compugrafics y “pegadores de papelitos” primero y luego en armadores gráficos digitales.

Lo mismo ocurre hoy con la robótica y los algoritmos, instrumentos que llegan para liberar a las personas del trabajo pesado y acelerar rutinas que de otra manera llevarían días o semanas. Sin embargo la reacción de muchos es rechazar la innovación por considerarla lesiva para sus empleos, tal como las costureras británicas del siglo XIX rompían a martillazos las máquinas de coser por creer que las dejarían en la calle.

La humanidad nunca ha detenido innovaciones destinadas a transformar la vida, a veces para complicarla pero más para catapultarla hacia el futuro. Todo cambio produce miedo y no hay transformación sin riesgos. Es parte de la impronta humana.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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22-11-24