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Expectativas y realidades

Hace años escuchamos discursos que se jactan de las oportunidades que tiene Paraguay con respecto a su bono demográfico, una ventaja en potencia con respecto a los países de la región. Hace casi dos décadas se habla de esa “oportunidad sin precedentes para nuestro país” pero ¿Qué hemos hecho para que el bono demográfico sea realmente un punto de inflexión en nuestra sociedad?

Las pruebas PISA y las todas las mediciones con respecto a educación no solamente no han mejorado, sino que han empeorado en la última década, la informalidad ha aumentado y las deserciones escolares también van en ascenso. En pocas palabras, no solamente perdimos una oportunidad de crecer y fortalecer nuestro país, sino que ahora esa suerte de bono se ha convertido en jóvenes doblemente vulnerables, que no han podido acceder a educación de calidad, no acceden a empleos formales o dignos y la presión que tienen sobre sus hombros no corresponden a las herramientas que se le ha entregado.

En la otra mano, esa pequeña porción de jóvenes que ha podido culminar sus estudios, incluso formarse en el exterior, no pueden insertarse dentro de las expectativas esperadas en el mundo laboral, porque mientras se formaban, aquellos sin oportunidad o vocación por formarse han acumulado lo que las empresas realmente buscan: experiencia y expectativas. Hablamos de estos dos puntos porque entre un joven, sin estudios, pero con 5 años de experiencia y un joven recién recibido de su carrera, sin experiencia, probablemente tiene rigor académico, bibliografía y a su vez, una expectativa salarial más elevada, tiene más posibilidades de ser seleccionado el primer joven, lo cual es un desincentivo muy poderoso para apostar a la formación.

Muchos en silencio habrán pensado que obviamente el joven con experiencia y menos expectativas era la opción de mayor valor a la empresa, pero si lo vemos al mediano y largo plazo, no solamente puede generar estancamiento, sino que cada vez se bajará más la vara en cuanto a exigencias que realmente pueden aportar a las empresas o
instituciones.

Nuestro extinto bono demográfico ahora es un bono de desigualdad, necesitamos plantearnos seriamente para que este país no siga aumentando sus brechas de desigualdad de manera vertiginosa.

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