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Australia y el bochornoso espectáculo con Djokovic

El prestigioso diario deportivo español @marca lanzó una “inocente” encuesta en relación con la polémica participación del número uno del tenis mundial en el Open de Australia 2022: ¿Te parece justo que el Gobierno australiano conceda una exención médica a Novak Djokovic para jugar el Open de Australia sin estar vacunado de la Covid-19? La mayoría de los internautas, más del 80%, respondieron que no les parecía justo. Esta opinión era compartida no sólo por los lectores de Marca sino por una gran mayoría de la opinión pública internacional que, al igual que hicieron con Jesús ante Pilato, pedían a gritos, entre acalorados y enfurecidos, la “crucifixión” del tenista por haber osado cometer el imperdonable pecado de no estar vacunado.

Ante la presión mediática, el primer ministro de Australia, Scott Morrison, ha tomado una postura tajante con el tenista serbio: “Si no demuestra que tiene unas circunstancias reales para no estar vacunado, se irá en el siguiente avión”. De esta manera, el gobierno de Australia se suma a la paranoia colectiva y a las actitudes psicóticas y totalitarias cuyo parangón solo encontramos en los gobiernos tiránicos del siglo XX, especialmente en el nazismo y en el comunismo, y en las dictaduras modernas o en las democracias actuales en países caracterizados por una cultura fanática e intolerante con las minorías, como ha sucedido varias veces en España con los partidos que han gobernado en mayoría absoluta.

Queremos mostrar aquí solidaridad con Djokovic, posiblemente el mejor tenista de la historia, si a los números nos remetimos, por mucho que les pese a los seguidores del eterno Roger Federer y del emperador Rafael Nadal. En efecto, el tenista serbio es ganador de 20 torneos de Gran Slam, el único tenista que ha logrado el “double career” Golden Masters, poseedor del récord de más semanas como número 1 del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), el tenista que más puntos por victorias ha conseguido en toda la historia. Como ganador del Open de Australia en nueve ocasiones, como persona que siempre ha dado ejemplo de un enorme compromiso con el deporte y la vida saludable, consideramos que Djokovic merecía un trato muy diferente al que recibido en Australia, y sostenemos que su retención en el aeropuerto durante horas, sin posibilidad de comunicarse con el exterior ni hacer uso de su teléfono móvil, es injustificable en un contexto de derechos humanos, ética y decencia.

A la vez, alertamos ante la confusión, tan difundida gracias a la estrecha colaboración entre de gobiernos, la pseudociencia y los medios de comunicación, de dar más importancia a una vacuna que a la salud. Es bueno recordar a Scott Morrison y a todos que la vacuna está al servicio de la salud y no al revés. Un puñado de votos y la opinión de la mayoría no pueden justificar la violación de derechos y libertades individuales de las minorías. Si Djokovic no presentaba síntomas del virus, si tenía en mano una PCR negativa, si, en definitiva, estaba bien de salud, ¿por qué tratarlo de la manera tan bochornosa a la que ha sido sometido en el aeropuerto de Melbourne, al principio con motivo de los protocolos de salud y, posteriormente, con la excusa de errores en la visa? Si justificamos lo ocurrido, todo podrá ser aceptado en el futuro. Todo es todo.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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