Según datos del TSJE, el 30% de los electores son jóvenes de entre 18 y 29 años. Si esta población participa de estas elecciones municipales, tendrá un gran peso político y definirá la balanza electoral. Sin embargo, muchos de los jóvenes paraguayos se han mostrado apáticos a participar de los comicios, por la mala fama de los políticos, ya que muchos están implicados en actos de corrupción.
Los más de 1.500.000 jóvenes habilitados para estos comicios tal vez sean conscientes de que la política es algo necesaria a nuestra vida, para el ordenamiento de la sociedad, pero no sienten ninguna motivación para sufragar, por la falta de respuesta de las autoridades de turno a las necesidades reales de la población.
La imagen que se construye de los candidatos que se lanzan a la arena política es perversa y nociva, se percibe que están para recaudar y llevar una vida privilegiada a costa de los recursos públicos.
¿Cómo podemos conquistar a esta población? Se me ocurre varias estrategias, pero la más rápida es presentar a figuras limpias y con predisposición de ayudar a su pueblo. Aparte de esto, debe saber lo que implica la gestión pública y rodearse de las mejores personas. Para que haya ese cambio en la política, debe haber participación multitudinaria en los comicios. Solamente con el voto masivo se puede acabar con las estructuras que siguen sin contribuir nada provechoso para el país.
Pero el cambio no solo vendrá de la ciudadanía, también de las propias instituciones del Estado, que deben funcionar. Uno de los poderes más cuestionados es el Poder Judicial, que es un espacio manejado por políticos y en el cual se apaña la impunidad. Las personas embarradas en actos de corrupción deben estar fuera de los espacios de poder.
Tal vez estemos lejos de ser una nación seria, pero podemos construir un país mejor cumpliendo con nuestros derechos y obligaciones de ciudadanos.
