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Un crimen execrable

Mentir es un verbo etiquetado como un pecado según las iglesias y religiones del mundo, cómo el robar, matar y cualquier otra maniobra artera entre seres humanos para fines particulares. El mundo y el campo periodístico en particular están llenos de vivir e informar lastimosamente sobre estos pecados.

Ahora toca en ir hasta el país con un joven presidente de 39 años:  El Salvador y sus  montañas de Panchimalco  a quien toca administrar un país con muchos problemas e inconsciencia, cómo lo que pasa con el tráfico de órganos o gente que hace dinero  “prometiendo” devolver la salud a quienes se lo venden, en este país centroamericano sufre con muchos problemas cómo que:

Se calcula que 4 de cada 10 habitantes de El Salvador viven en la pobreza.

Los niños y la violencia son delicado …

Legislación débil y pobre sobre la protección de los niños. …

Derecho a la educación sin cumplirse …

Trabajo infantil frecuente. …

Matrimonio infanti en algunos casos …

Derecho a la identidad no cumplida. …

Los niños y el SIDA no son asumidos
Es cierto que la palabra más vista en la lista de dilemas nacionales es niño, este escrito es sobre la historia de un cura ex militar salvadoreño. Este capellán militar, destinado allí hace 25 años para una misión especial junto a la Policía Nacional, pensaba que a la cifra de su salario le faltaban tres ceros. Por esto tomó el caso de Manuel un joven de 14 años con problemas de salud prometiendo a su familia que por el pago de una gran suma de dinero conseguiría a los órganos necesarios para recuperar su salud afectada por parálisis parcial de su cuerpo. La pobreza sin conocimiento es una combinación perfecta para ladrones llenando sus bolsillos vistiendo uniformes que a pesar de producir confianza a la ciudadanía terminan cometiendo errores o pecados que tarde o temprano son descubiertos y sancionados.

El cura Ignacio María Doñoro de los Ríos, nominado al Premio Princesa de Asturias de la Concordia, trabaja desde hace 25 años para dar una vida digna a jóvenes en extrema pobreza y víctimas de trata. Es ahora noticia  en El Salvador donde pelea su joven presidente Bukele para resolver sus crónicas inequidades que ahora se suma el deleznable tráfico de órganos.  La familia del afectado había vendido todo  por ese dinero a un traficante para poder seguir alimentando a sus otras cuatro hijas. Como muchos otros habitantes de esa región, la familia dice que  no disponían de recursos para comer a diario. “Algo que aprendes con el tiempo es que no puedes juzgarlos: aquel niño iba a morir y lo vendían fruto de la desesperación, quedando así mal no solo la familia que quedó sin recursos” afirman tratando de explicar el deleznable hecho.

Así lo sintió Doñoro al conocer la historia del adolescente afectado Manuel que lo llevó a decidir que tenía que salvar la vida de aquel adolescente, aunque en el camino tuviera que dar la suya. Vestido con una camiseta sucia y barba de una semana, alquiló una camioneta para llegar hasta allí y simular que también era un traficante. Con esa guisa, y pagando un dólar más a la familia, agarró al niño, lo metió en el vehículo apresuradamente y lo “rescató”, mintiendo y diciendo aquel niño me iba a cambiar la vida”.

Un grave problema
El padre viene de varias misiones religiosas en  Bosnia y Kosovo, que ha llevado al padre Ignacio a otras misiones humanitarias en Tánger, Colombia y Mozambique, en las que también trabajó con niños con problemas de exclusión y enfermedad.

Uno no creería que esto es verdad de gente que salió de años de preparación para evangelizar cosas que nada tienen que ver con el robo y mentiras abusando del título de sus misiones cómo se espera tanto de religiosos o militares, que en el caso del clérigo salvadoreño también de capitán ensucia su sotana o uniforme y paleteras de capitán.

La gente que sale de estas casas, militar y religiosa se espera que cumplan su misión con seriedad al mismo tiempo deben haber organismos que hagan de filtro de los que portan uniformes y se esperan estén del lado de la legalidad y no contra ella.

Este no es un caso aislado y reducido a ese país centroamericano, lo padecemos también en Paraguay y la justicia debe ser implacable contra todos aquellos involucrados en este execrable delito.

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