“Se atienden los reclamos con lo que uno tiene a mano” dijo el ex jefe de gabinete de la Presidencia de la República. Es una síntesis brillante de la incapacidad de gestión y del reinado del “vamos viendo”. Estrategia, previsión… ¿qué es eso? Claro, eso lo dijo un ex integrante del Gobierno. ¿Y qué dicen los recién nombrados? Es muy difícil de descifrar. El interino de Salud Pública debutó diciendo que evalúa la necesidad de mandar una misión a buscar vacunas “en donde sea, Tanganika, Siberia…”. Entendemos que el flamante ministro quiera distender ánimos y bajar la ansiedad pública. Ojalá que su chascarrillo no se convierta en humor negro si las vacunas no aparecen pronto. Uno estaría más seguro si dejara de apoyarse sólo en los embajadores y mandara sus “propios” para apretar – sic ministro Borba- a los CEOs de los grandes laboratorios que desarrollan vacunas y, en especial, a las industrias que las producen por millones.
La gente ya no tiene paciencia para esperar más. Y es lógico que exija nuevas caras en un frente de batalla que, literalmente, produce muertos, heridos y un montón de gente desesperada buscando medicinas que debieran darle sin demoras en los hospitales públicos. Y no decimos gratis porque esos remedios la ciudadanía ya los pagó con los impuestos que el Estado le saca y que, nominalmente al menos, debiera volcar en la atención de la salud. De manera que si esos medicamentos no aparecen es por dos razones: o se robaron la plata por el camino o fueron incapaces de gestionar ni bien arrancó la pandemia hace un año.
Pero, qué puede esperar el ciudadano de funcionarios que “atienden los reclamos con lo que se tiene a mano” o que mandan gente a buscar vacunas en Tanganica -que dicho sea de paso ya no se llama tal sino Tanzania- en donde perderían el tiempo porque su presidente se niega a vacunar a su gente prefiriendo precaverse con yuyos y rezando a Jesús y Alá, ya que el 85% de su población se reparte entre cristianos y musulmanes.
Los gremios de la industria y el comercio dicen que de nada serviría un cambio abrupto de gobierno vía juicio político. O sea, según ellos, hay que esperar que un toque de varita mágica otorgue eficiencia a los inútiles que están ahora.
El perro viejo no aprende trucos nuevos. Si el Gobierno no pudo encarrilar el país en 30 meses, ¿va a lograrlo en los 30 que le quedan?
