En el marco de todas las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional ante la propagación del coronavirus, el Monseñor Mario Melanio Medina mencionó que esto es un aviso para la humanidad y sobre todo para los gobiernos.
“No vale la pena querer acumular riquezas y un enemigo invisible es más poderoso que Trump, Putín y Xi Jinping juntos”, señaló en comunicación con Radio Libre 1200 AM.
Comentó que también se está volviendo a la solidaridad en los pueblos pequeños.
“Espero que no se deje abandonados a todos esos marginales o gente que está en situación difícil de miseria porque se va a sufrir mucho, y que se despojen los grandes empresarios de ese egoísmo que tienen de ganar más y más sin importarles los otros. Ahora es el momento de la solidaridad, de ayudarnos y ver que es importante estar unidos sobre valores fundamentales y firmes”, manifestó.
Aseveró que insistiría más en la conciencia y sensibilidad humana para creyentes y no creyentes, que lo más importante es dejar de lado las divisiones estériles que perjudican, dañan y matan.
Resaltó que se debe recuperar el valor de la palabra, el de la honestidad y del sacrificio, tanto el rico como el pobre. “El millonario tiene que enriquecerse pero legítimamente con su trabajo”.
Medina reflexionó que dentro de los siete pecados capitales (avaricia, lujuria, ira, pereza, orgullo, soberbia, gula), se tendría que dejar de lado la envidia y la avaricia urgentemente.
Sobre los funcionarios públicos, sostuvo que deben tomar conciencia en este tiempo de cuarentena, y renunciar al egoísmo.
“Todo depende del Gobierno. En estos días dijeron que van a renunciar a más de G. 10 mil millones, eso tiene que ser una ley firme, no solamente por un mes o durante la cuarentena. Se tiene que renunciar a lo superfluo para que el bien común sea realmente así, la riqueza y el bienestar alcance a todos, eso no significa ser socialista ni comunista, es la igualdad de derecho”, afirmó.
En clave de una especie de mensaje divino, refirió que el mismo sería “no robarás, amar al prójimo como a ti mismo, renunciar a egoísmo terrible en el que vivimos, hacer el bien y buscar no solamente mi propia felicidad, sino el bienestar de todos, y corresponde a las autoridades que para eso fueron elegidos, para administrar el bien común. Esta pandemia nos enseña a que las instituciones y la mentalidad de las personas cambien. El Paraguay debería reconocer que se ha olvidado de los mandamientos de Dios”, finalizó el Monseñor.
