Mientras en este hemisferio se instala la temporada del invierno, en el otro polo las temperaturas se elevan para dar la bienvenida al verano. Precisamente, en España se celebra la fiesta del fuego en el día de San Juan para conmemorar el solsticio de la estación veraniega.
Este ritual se replicó en nuestro país de la mano de los colonizadores españoles, recordó la historiadora Margarita Miró. No obstante, con el paso del tiempo adquirió los matices guaraníes y el culto al fuego rápidamente se convirtió en tradicionales juegos como el tata ári jehasa o la pelota tata.
“Este culto al fuego es lo que hacemos con el tata ári jehasa y el toro kandil. Esta práctica se da con mayor o menor intensidad en todas las culturas y tiene que ver con el cambio de temporada. Así, la fiesta de San Juan se ‘paraguayizó’ con las costumbres españolas. Varios aspectos de nuestra cultura son mestizas o híbridas”, resaltó.
RELIGIOSA Y PAGANA
La especialista en antropología recordó que todos estos rituales tienen un origen pagano. La Iglesia Católica, con el paso del tiempo, hizo coincidir estas tradiciones con el nacimiento o la muerte de algún santo a fin de añadir la religiosidad a la manifestación popular.
“En este caso fue San Juan. Por eso, tenemos los ritos católicos y, por otro lado, la manifestación popular que al final es lo que le da fuerza para mantener la tradición”, relató.
LA MANDIOCA Y EL MAÍZ
Desde el delicioso pajagua mascada hasta el pastel mandi’o, la mayoría de los alimentos tradicionales de la fiesta de San Juan se elaboran con una base de mandioca o maíz. De esta forma, se observa el toque guaraní que nuestro antepasado añadieron a la conmemoración popular.
“En Europa no había mandioca ni maíz. Nuestra comida típica se basa en los productos de maíz y mandioca. Los derivados de la carne como el chicharõ trenzado y la butifarra fueron una incorporación de los Europeos”, refirió.
JUEGOS
Divertidos e, incluso, arriesgados juegos como yvyra sýi o el tata ári jehasa constituyen alguno de los desafíos que te presenta el San Juan. Para poder superarlos se requiere un poco de fe y técnica, aseveró Margarita Miró.
“Por ejemplo, con la pelota tata o el tata ári jehasa uno tiene que tener fe para no quemarse. También tienen su técnica. En esta clase de prácticas se hace más que evidente el culto al fuego que trajeron los españoles y que se observa con mayor o menor intensidad en todas las culturas”, enfatizó.
JUDAS KÁI
Cuando se habla de Judas, es necesario remitirse al traidor de la última cena. No obstante, la tradición popular cambió a Judas por algún personaje o político, que merezca burlas o críticas por su gestión.
La quema fue evolucionando con el paso del tiempo. En la época de la Colonia probablemente se prendía el fuego con grasa, más adelante con querosén o combustible.
“Está el judas kái que no tiene nada que ver con San Juan. Ahora, al político que no se le quiere por su actuación es a quien queman en la plaza. Estas van cambiando, se van registrando y adaptando a los tiempos. La cultura también es algo dinámico que se va adaptando”, recalcó.
CASAMENTERO
Aunque no posea fama de casamentero, la tradición popular le concedió a San Juan el poder de adivinar cuál será el nombre de la futura pareja, a partir de diversas pruebas y trucos.
Por ejemplo, durante el mediodía del 24 de junio, las gotas de una vela deben ser esparcidas en un recipiente para conocer la inicial del futuro esposo de una joven.
Asimismo, en la noche del 23 de junio, se puede clavar un cuchillo en una planta de banano hasta que esté totalmente dentro y hay que dejarlo allí hasta el mediodía del 24.
Finalmente retirar el cuchillo e interpretar la letra que quedará en el cuchillo, esa sería la inicial de tu futuro esposo o esposa.
No faltó quién a la media noche del 24 de junio se colocara en la ventana para observar, según la tradición, a su futura pareja.
EVOLUCIONA Y PERSISTE
Margarita Miró analizó que, a pesar de los embates del tiempo, la tradicional Fiesta de San Juan persiste debido a que fue adoptada como un elemento de identidad para los paraguayos.
“Además de la apropiación social de los elementos de identidad, pasa mucho por la fuerza del compartir, del reencuentro. Estas manifestaciones hacen que una comunidad se sienta viva. Valoremos estas conmemoraciones para que se perpetúen en el tiempo”, concluyó.