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Polonia merece un respeto

La crisis originada en la frontera de Polonia con Bielorrusia ha dividido a la opinión pública. Los hechos son trágicos y una vez más tienen su causa en una conjunción de variables de difícil solución, que van desde la corrupción política, la incompetencia de los gobiernos para crear una estrategia conjunta ante la migración y hasta la presencia del crimen organizado que no pierde una oportunidad de hacer negocio con las necesidades humanas, aunque esto implique la violación de derechos humanos.

La situación de miles de personas, al menos 4000, varadas en la frontera es lamentable. Más aún si se tiene en cuenta que son personas provenientes de Irak, Siria y Afganistán. Hay un amplio consenso en que el responsable de esta crisis es el presidente biolorruso Alexander Lukashenko, quien ha enviado a cientos de migrantes hasta la frontera con el objetivo de desestabilizar al Gobierno polaco, que ha tenido que movilizar a 12.000 soldados para hacer frente a la amenaza. Jens Stoltenberg, Secretario de la OTAN, señaló en twitter que la táctica de Bielorrusia en la utilización de migrantes es “inadmisible”.

Polonia, el país que se repartieron Rusia, Austria y Prusia en el siglo XVIII, la nación que ha sufrido innumerables masacres y represiones a lo largo de los siglos, como las deportaciones de cientos de miles de ciudadanos a campos de trabajos forzados en la antigua Unión Soviética; la patria que soportó sin resignarse la invasión de los nazis; el territorio que padeció la matanza del bosque Katyn por parte de la policía secreta soviética… Polonia merece un respeto y el apoyo contundente de la Unión Europea y de la comunidad internacional.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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