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Nada es seguro

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En pocas cosas ha habido tal acumulación de contradicciones como en el espinoso asunto del retorno a clases en plena pandemia. En agosto pasado, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que el cierre de las escuelas a las clases presenciales implica una profundización de la desigualdad y aconsejó a los gobiernos analizar fórmulas seguras para la reanudación de la enseñanza. Sin embargo, días después, el director de emergencias sanitarias de la OMS, Mike Ryan, previno sobre el hecho de que en aquellos países con circulación alta del virus la reapertura de clases presenciales sólo empeoraría la situación. No opina lo mismo el director regional para Europa de la misma organización, Hans Kluge, quien remarcó a la agencia EFE “la necesidad de mantener abiertas las escuelas durante la pandemia de coronavirus y consideró que pueden evitarse los confinamientos si se aumentan las medidas de protección”. Kluge señaló que si el uso de tapabocas alcanza el 90% de cobertura de la población, disminuye la necesidad de algunas de las demás restricciones. El funcionario de la OMS consideró que “los confinamientos sólo generan pérdida de recursos y provocan efectos secundarios tales como daños a la salud mental o aumento de la violencia de género”(La Vanguardia).

Trayendo el tema a nivel local, tomamos el componente tapabocas como algo central y gravitante.

Si ponemos atención al trajín diario en el país, hay una enorme masa de gente que ya no usa el tapabocas y trata de eludir el “molestoso” asunto del lavado de manos. Esto dice a las claras que apelar a la responsabilidad personal es un error. No somos Japón ni Finlandia. Gran parte de la población se comporta de manera cavernícola, irresponsable y suicida. El asunto se torna grave cuando estos sujetos/as atestan el transporte público en donde dispersan su aliento con altísimo potencial de contenido del virus. La autoridad sanitaria deberá volver al mecanismo inicial, deteniendo vehículos, haciendo bajar a los irresponsables y multando al chofer que les permitió subir.

La población sensata y prudente sigue usando el barbijo y observando las demás medidas de protección. Pero desgraciadamente no es siquiera la mayoría. Del otro lado están los irracionales que deberán ser disciplinados por la fuerza.

El COVID-19 sigue presente. El sentido común, en cambio, ausente y sin aviso.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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17-12-24