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Estadísticas judiciales evidencian una sociedad violenta y machista

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Los datos oficiales de la Oficina de Estadísticas de todas las Circunscripciones Judiciales de la Corte Suprema de Justicia mencionan que en nuestro país hay un promedio diario de aproximadamente 10 denuncias de violencia familiar.

Es que de enero a octubre del 2020  ingresaron un total de 3.086 causas de violencia familiar. En este punto, la psicóloga forense, Alma Segovia, menciona que en su experiencia, existe como una frecuencia de víctima, que son mujeres, niños, niñas y adolescentes. Aunque aclara que si bien también hay varones que denuncian, es en un ínfimo porcentaje.

Para contextualizar, es importante describir lo que la Ley define como Violencia Familiar:

El artículo 1° de la Ley 1160  describe este hecho cuando “el que, aprovechándose del ámbito familiar o de convivencia, ejerciera violencia física o psíquica sobre otro con quien convive o no”. Se establece además una pena privativa de libertad de uno a seis años.

Pero la abogada y socióloga Diana Vargas Núñez explica un detalle aún más abrumador, dentro del contexto de las estadísticas del que muestra la Corte Suprema de Justicia.

“Tenemos que tener en cuenta que para que una persona, generalmente una mujer, llegue a denunciar un hecho de violencia, generalmente no es la primera vez. Muchas veces, estas denuncias se dan después de muchos años de sufrir distintos tipos de violencia”, destacó.

Pero, un elemento importante, es que, además de llamar poderosamente la atención el número alto de estadísticas de hechos de violencia, muestra la realidad de una sociedad.

“Generalmente, este número tan alto de denuncias, en realidad no podemos afirmar que sea la totalidad de hechos que ocurre en nuestro país. El espacio de mayor protección, en Paraguay, muchas veces es el que más vulnera derechos”, indicó Vargas.

CULTURAL
En ese sentido, Segovia explica que la violencia humana tiene su origen en aspectos culturales, o más concretamente, tiene sus raíces en los conocimientos, tradiciones, usos y costumbres de los pueblos, quizá desde hace miles de años.

“Si efectivamente la violencia tiene su componente hereditario o genético y que se manifiesta como instinto de sobre vivencia, también habremos de reconocer su componente cultural”, destaca Segovia.

Pero, lo que resalta la psicóloga además, dentro de ese aspecto social, va de la mano con el contexto social que resaltaba Vargas, que es la familia el primer lugar donde se aprende de violencia.

“Las conductas violentas o sus distintas manifestaciones se aprenden, y muchas de ellas, en el seno de la familia. Sí al encuentro con la violencia desde temprana edad le agregamos la influencia de los medios masivos de comunicación y del cine y los videos que promueven constantemente modelos de personas violentas, entenderemos las razones por las cuales la violencia ha llegado a ser parte de la vida cotidiana de muchas personas”, explicó.

MACHISMO
La violencia sigue siendo el hecho punible más denunciado en Paraguay por el fenómeno cultural que hay en nuestro país, que claramente denota una sociedad machista, asegura la socióloga.

“Las dinámicas de relacionamiento entre hombres y mujeres están basadas  en el machismo que tenemos muy incorporado, en una cultura patriarcal, que de algún modo emite mensajes de posesión, de relaciones desiguales entre hombres y mujeres”, dijo Diana Vargas.

Dentro del contexto global, vemos que en el razonamiento de la persona violenta, y muchas veces de las víctimas, es que “el hombre que no se siente conforme con el rol que está cumpliendo la mujer, sea como madre o como esposa, siente que puede disciplinar de algún modo a la otra persona”.

ENCIERRO Y AUMENTO
Con las medidas de cuarentena total como estrategia sanitaria para la mitigación de la transmisión del virus SARS-Cov-2, hubo un aumento de casos de violencia familiar. Recordemos que ya en la quincena de abril el Poder Judicial informaba que se dieron 118 casos de violencia familiar desde el 12 al 27 de marzo. Mientras que el Ministerio de la Mujer confirmaba que recepcionó 558 llamadas sobre violencia contra mujeres, en el periodo del 1 al 29 de marzo.

“La pandemia de por sí ya trajo consigo un sin número de situaciones traumáticas como pérdida del empleo, disminución de los ingresos familiares, se aumentó el tiempo de ocio. Y al estar todos juntos en la casa, sin poder salir y tener otras actividades, la persona no tiene donde descargar esa energía, muchas veces negativa, que se convierte en violencia. La intolerancia al estar juntos todo el tiempo se evidenció más”, destacó Alma Segovia.

INSENSATOS
Ahora, bien, dentro de este contexto social de vulneración de derechos, hay que mencionar además que en Paraguay, entre los cinco hechos punibles más frecuentemente denunciados ante el Poder Judicial se encuentra el incumplimiento del deber alimentario, entiéndase que padres no cumplen con brindar el sustento económico para la crianza de un niño.

En total el Poder Judicial menciona que 1.414 denuncias de ese hecho se presentaron durante enero a octubre del 2020. Es decir, aproximadamente 141 causas por mes se presentan en los estamentos judiciales para que los padres puedan cumplir con sus obligaciones.

Y es acá donde recordamos lo que la ministra de la Niñez y Adolescencia, Teresa Martínez, decía en Paraguay el 70% de las familias paraguayas está compuesta por madres solteras. Es decir, con estos elementos, necesariamente debemos de hacer una evaluación de la sociedad que tenemos y que queremos.

ENFOQUE
Por último, la psicóloga forense Alma Segovia insiste en que, además de la asistencia psicológica a víctimas directas o indirectas de violencia, también el agresor debe de ser sometido a un tratamientos, y aunque muchas veces sea por medio de un mandato judicial, es una medida útil y necesaria.

La profesional destaca tres puntos en una guía básica de tratamiento, incluyen aspectos psicopatológicos y técnicas terapéuticas tales como, primero abordar las ideas distorsionadas sobre la mujer, los roles sexuales y la violencia, que no es otra cosa que una educación sobre la igualdad de los sexos, es decir una reestructuración cognitiva.

Como segundo punto abordar el déficit de empatía y analfabetismo emocional a través de ejercicios para desarrollar la empatía y técnicas de expresión de emociones. y por último, tratar el déficit de asertividad y comunicación, un entrenamiento en asertividad y habilidades de comunicación.

“Desde esta perspectiva, el hombre violento va a estar realmente motivado cuando llega a percatarse de que los inconvenientes de seguir maltratando a su pareja superan a las ventajas de hacerlo. El terapeuta debe ayudar al agresor a lograr esa atribución correcta de la situación actual y a descubrir las soluciones a su alcance”, concluye Segovia.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.