Aunque ya lo abordamos, el tema merece una vuelta más y todas las que sean necesarias. Nos referimos a la educación a distancia en tiempos de pandemia. Según datos del viceministerio de Educación, el 95% de los estudiantes ha mantenido contacto con sus docentes. Aunque parece una cifra dada al tuntún, va en consonancia con una evaluación primaria hecha por los centros de estudiantes agremiados hace un par de meses.
Ellos encontraron que más de la mitad de los alumnos, incluyendo las últimas etapas de la EEB, pudieron continuar sus clases empleando el Smartphone y las plataformas más populares, comenzando por WhatsApp y siguiendo con la cada vez más extendida Zoom. Las amplias posibilidades de mantener contactos múltiples, videoconferencias, diálogos y envío de documentos, fotos y hasta videos cortos, permitieron a la comunidad educativa reemplazar en gran medida las clases presenciales.
Cuando la pandemia lo obligó a cerrar centros educativos, el MEC consideró que su plataforma Tu Escuela en Casa no estaba aún al alcance de la mayoría de los estudiantes ya que sólo un pequeño porcentaje disponía de internet en su casa. Vino a modificar ese cálculo la presencia de los celulares inteligentes de los que sí hay uno, por lo menos, en más del 90% de los hogares paraguayos. Con una módica suma semanal, unos Gs. 15.000, un estudiante puede mantener contacto con su profesor y dar hasta tres materias por jornada sin mayores problemas.
Lo que ahora seguramente estará haciendo el MEC es evaluar a fondo esta experiencia y ver ventajas y defectos. Quizá el primer punto sea medir el grado de compromiso asumido por docentes, alumnos y padres, además del cuerpo directivo de las instituciones. Gran parte de esa comunidad ha demostrado que es posible transitar ese camino con grandes posibilidades.
También se deberá evaluar la capacidad del sistema en cuanto a ancho de banda, costos y posibles bonificaciones para la tarea educativa. Por eso sostenemos que aquí debe entrar CONATEL como ente regulador para poner a disposición de la educación algún formato o plan en que el Estado y las operadoras costeen determinados montos, aliviando así el gasto en internet de familias y docentes. Tal vez sus fondos universales puedan ser empleados en esa dirección.
La educación lo merece.
