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Con dejarlos crecer ya basta

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Mucho se ha­bla hoy de la defores­tación y su incidencia con el cambio climático. Claramente nadie coherente se opone al avance, pero lo que se pide es un progreso sus­tentable que no esté da­ñando a largo -y también a corto- plazo nuestro ecosistema.

Por ello, algunas perso­nas que intentan hacer algo por la depredación de nuestros bosques pro­ponen esparcir semillas a lo largo de las carreteras para así incentivar a la madre naturaleza a de­volver los árboles que el ser humano se encarga de derribar o quemar.

A simple vista parece razonable, empezar a recuperar la cantidad de bosques diezmados tiran­do semillas de todo tipo a lo largo de los campos o espacios de tierra. A veces las buenas intencio­nes solo quedan ahí, este tipo de prácticas nada re­comendables.

“En el mejor de los casos no funciona y en el peor de los casos puede tener consecuencias nefastas para el ambiente y la agricultura”, señala Luis Recalde, ingeniero agró­nomo.

Consecuencias negativas

La botánica es todo un mundo, cada pieza de la naturaleza está donde debe estar y cumple una función específica, por ello ubicar plantas donde no corresponde repre­senta un peligro para el ecosistema y el vegetal mismo.

Luis explica que pueden ingresar especies inva­soras en ecosistemas naturales, se pueden propagar enfermedades a las plantas cultivadas, lo que afecta también económicamente a los productores que deberá invertir más en curar esas plantaciones y en el peor de los casos lo per­derá.

Por otro lado, señala que arrojar semillas puede ser una práctica de conserva­ción, pero solo cuando fue diseñado en base a un programa particular para un lugar específico y con previo análisis de campo que vaya adapta­do a las necesidades del sitio y donde se tenga control sobre lo que pue­de ocurrir en el terreno.

Así mismo, recalca que no existen consecuencias positivas de arrojar semi­llas porque sí en lugares donde no se tiene control de lo que pasa en el terre­no. “El suelo en general está muy cargado de se­millas de plantas nativas adecuadas a ese terreno, nuestros bosques no se recuperan no por falta de semillas, si no por las prácticas de uso de la tie­rra como la quema y des­monte”, concluye Luis.

Si queremos ayudar basta con no destruir los arbo­litos que salen solos pero, por otro lado, el mayor de los problemas radica en las grandes hectáreas que están siendo defores­tadas y no existe un plan de reforestación o com­pensación de esos suelos, que a la larga nos dejará un país y un mundo cada vez más caluroso.

 

“Nuestros bosques no se recuperan por las prácticas de uso de la tierra como la quema y desmonte”

LUIS RECALDE

INGENIERO AGRÓNOMO.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.