La chabacanería de nuestros políticos demuestra el límite de sus mundos.
Las afirmaciones obscenas, las implicaciones de duro término parecen ser el final de una forma de entender la política, anteriormente entendida como la presión de persuadir a la gente a través de buenos modales y de buenos términos.
Eso pareciera que se ha quedado para atrás definitivamente porque estamos en las catacumbas de la forma de relacionamiento interpersonal entre políticos.
Lo dicho por el expresidente Cartes y demás miembros políticos de su movimiento, nos demuestran de que la argumentación es hoy generar la mayor cantidad de tirria posible en un electorado que no logra ser movilizado con nada.
A las afirmaciones insultantes, a las chabacanerías y groserías de nuestros políticos, hay un elector que grita y que salta febrilmente ante una expresión de ese tipo, lo que demuestra que también para algunos ese tipo de modelo expresivo es el que mejor les refleja.
Decía un famoso pensador austriaco Wittgenstein: “El límite de tu mundo es el límite de tu lenguaje”. Si fuera así, y viviendo el límite de nuestros políticos en su lenguaje, evidentemente estamos en un estercolero.