Desde niños nos insisten mucho en estudiar, trabajar, cuidarnos con quienes frecuentemos, lo que consumamos y donde vayamos y lo que hagamos para evitar problemas y prevalecer en una vida que siempre presenta riesgos si no de virus reales o virtuales, calentamiento global, guerras potenciales.
Ahora se ha detectado la existencia de alimentos con una elevada dosis de dulces y aditivos para niños, lácteos, caramelos y lo que estemos habituados a nuestros niños para que introduzcan en su boca. Todo puede resultar siendo adictivo y dañar la salud de las personas menores de nuestras familias o círculos sociales que tengamos cerca.
Postres lácteos, galletas y preparados de cereal fueron analizados por la asociación CLCV de Francia analizó 207 productos infantiles y constató un uso frecuente de azúcares añadidos y aditivos. La asociación pide que se actualice la normativa europea de 2013 que abarca toda la cadena alimentaria —«de la granja a la mesa»— de forma integrada y aplicando el concepto «Una sola salud para todos.
Además de los clásicos purés y compotas, los padres pueden elegir entre galletas, postres lácteos, snacks y dulces especialmente diseñados para los más pequeños.
Hay que prevenir antes de curar
Un mercado que aunque no posea finanzas o posea el control de la misma, puede solicitar atención y hacerse comidas no sanas cuando y cómo quiera sin saber bien lo que introduce en su cuerpo por el canal que debe ser usado para comer lo que nos conviene y no termine dañando nuestra imagen o el funcionamiento de los órganos de nuestro cuerpo.
“No podíamos ser exhaustivos, pero nos aseguramos, para cada familia, de utilizar marcas de distribuidor, grandes marcas nacionales, productos ecológicos y no ecológicos, vendidos en hipermercados o tiendas de alimentación ecológica”, explica Lisa Faulet, responsable científica y alimentaria . de CLCV.
La asociación analizó las listas de ingredientes, las tablas nutricionales, la información y las declaraciones en los envases, y comprobó si cumplían con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las fórmulas infantiles.
La agencia de la ONU recomienda una serie de normas más estrictas que las previstas en la legislación europea: en particular, fijar niveles máximos de sal y azúcar en función de las familias de productos, prohibir los ingredientes edulcorantes y limitar los aromas.
Nuestros sobrinos, hijos, nietos nacen sin saber lo que cómo adultos conocemos si nos tomamos tiempo para informarnos, investigar y compartir cosas serias que convengan a todos.
Queda en nuestra responsabilidad hacer saber a los infantes no solo lo que aprenden en sus escuelas o de sus mayores que mediante el buen ejemplo de vida hacemos la mejor cátedra que puedan tener en sus vidas y no caer en cometer errores que puedan dañar a su amiga más importante siempre que es la salud.
Una que puede afectarse desde la infancia hasta la adultez no tanto por lo que hagamos sino por lo que sepamos y conozcamos de los peligros que nos amenazan siempre especialmente lo que llevamos a la boca.