“LOS conservadores son el partido con más éxito de la era moderna: Han gobernado el Reino Unido durante más de 50 años de los últimos 90. Sin embargo, esta semana hemos visto el principio del fin del partido conservador que hemos conocido”. Así arranca su última columna Fareed Zakaria, prestigioso analista de The Washington Post y CNN. Habla del ocaso del partido de Churchill y Thatcher.
Para la cuadrilla, es un caso claro de suicidio. Boris Johnson fue una de las falaces cabezas pensantes del Brexit. Sus mentiras y promesas demagógicas, unidas a la falta de brío del bando pro europeo, decidieron el referéndum de 2016. Desde entonces, todo ha sido rodar pendiente abajo. Cameron se fue tras perder el referéndum. Theresa May heredó su mayoría absoluta pero, en busca de legitimidad, convocó elecciones y perdió escaños. Vivió de prestado gracias a los unionistas del Ulster. El Parlamento rechazó tres veces su acuerdo con la UE. Su sucesor ha empezado peor: ha perdido seis votaciones en los comunes y depurado por disidentes a 21 de sus diputados.
El Parlamento ha sido cerrado hasta mediados de octubre. Johnson intentará lograr un acuerdo con la UE que modifique la cláusula de salvaguardia de la frontera entre las dos Irlandas. Desde el referéndum, la libra se ha devaluado un 15%, la inversión se ha paralizado y, aunque el paro está en mínimos (3,9%) y se estima que el PIB aumentará un 1,2 este año, todos los economistas coinciden en que el Brexit le ha costado al Reino Unido tres puntos de crecimiento. Por no hablar de la profunda división de la sociedad y el impulso recibido por el independentismo escocés.
La infección populista de los conservadores es, para Zakaria, evidente: “Es extraño defender el libre comercio y querer salir de la UE, la mayor zona de libre comercio del mundo”. El ocaso de conservadores y nacionalistas ha ido parejo, de “Boris Mas a Artur Johnson”.