Hoy es dos de febrero de 2020. Como puede notarse en el título, es un número capicúa, es decir, que es igual leído de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Debe ser una combinación numérica que se da muy pocas veces en el calendario gregoriano.
Esta inusual coincidencia de día, mes y año no es producto del azar sino del funcionamiento perfectamente previsible del calendario. Sin embargo, por una condición intrínseca del ser humano, no es infrecuente comprobar que muchas personas eligen ciertos alineamientos de números para “tentar la suerte” jugando a la lotería, la quiniela o cualquiera sea el nombre del juego de azar elegido.
He ahí la palabra ligada íntimamente al azar, suerte, es decir, cuando se decide atar a la casualidad la solución de algo. Esta costumbre atraviesa edades, culturas, sexo o condición social y económica. Flirtear con el azar es una compulsión para personas que caen en su influjo y una distracción para quienes se permiten “tirar” de cuando en vez algunas monedas para averiguar si la suerte los acompaña o no.
En la cultura islámica hablan del “barakha”, una bendición, carisma o gracia divina que se recibe. “La muerte me acechaba, pero el barakha estaba conmigo” dice Sean Connery en la película “El viento y el león” que narra la historia de un caudillo del Rif alzado contra los imperios occidentales. Los hebreos, a su vez, celebran el “purim”, suceso relatado en el libro de Ester -un episodio que comparten la Torá y el Antiguo Testamento- según el cual el pueblo judío logra sobrevivir a uno de los muchos intentos de aniquilación a manos del algún faraón malhumorado. Y es célebre la frase pronunciada por Julio César al cruzar el rio Rubicón ante el cual las legiones debían acampar a la espera de autorización del senado para entrar a Roma. “Alea jacta est”, la suerte está echada fue la expresión que desató la guerra civil.
Cuando le llevaban el currículo de algún general muy calificado, Napoleón preguntaba: “Sí, pero ¿tiene suerte?”.
La fecha de hoy puede ser un número de la suerte. La pregunta es: Para quién. Dicen que el número 2 representa empatía, equilibrio, bienestar y unión, mientras que el cero, según la cultura maya, puede asociarse tanto a la nada como al todo.
Vaya un enigma. ¿Y si le ponemos una fichita?