Una pizca de sal y otra de pimienta, un chorrito de limón, el fuego lento y “todos a la mesa”, ese el tema que la Feria Gastronómica Paladar quiere volver implementar.
Hace cinco años, Esteban Aguirre y un gran equipo humano se lanzaron a una nueva aventura que rompería los esquemas dentro del mundo de la gastronomía, buscando fusionar en un mismo espacio un poco de comida gourmet y a los comensales.
“Más que una feria, este año queremos hacer una fiesta de la gastronomía nacional”, exclama con fuerza Aguirre, organizador del evento, “se viene una edición con 32 distintas propuestas”.
El plato fuerte de este año es que añaden un día más de actividades, sumando cuatro jornadas cargadas de aromas, sabores, texturas y de una inmensa variedad de comidas para todos los gustos.
Aguirre señala que lo que busca perfeccionar con la ampliación es que con cinco o seis platillos, los asistentes puedan vivir y sentir la experiencia de una sentada en un buen restaurante, desde el jueves 5 hasta el domingo 8 de septiembre, en el Centro de Convenciones del Mariscal.
“Como nosotros nos de¬nominado la radiografía anual de la gastronomía paraguaya, tratamos de que la gente pueda acceder al ‘rekutu’ y vuelva a probar otros platos”, menciona.
Resalta que tratan de crear una trazabilidad desde el ‘kokue’ (chacra) hasta la cocina.
“Vemos que la feria es como un espacio que, en lugar de que sea muy didáctico, es uno con un formato de fiesta donde podemos compartir y de cierta manera generar más conciencia en Paraguay, sobre de dónde viene nuestro alimento, cómo se están cocinando y cuál es el ingenio culinario que estamos recibiendo”, asegura Aguirre.
OBJETIVO
Como en toda cocina, el objetivo es ofrecer y deleitar con un sabor exquisito, el propósito de Paladar es lograr la unión y “tratar de dejar los egos en la puerta y entender que el negocio de la gastronomía es de todos los que están en el negocios”, dice el organizador.
Al final de la feria, se escucharán los “mmm” de los comensales por las salsas, “snif, snif” por los aromas que desprenden las carnes y un efusivo “wow” por la satisfacción de haber probado un poco de toda la carta.