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El fútbol y la economía bailan tango en Uruguay

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Una final de Copa Sudamericana y dos de Libertadores en una semana. Pasional y apretado como el tango, el reto en que está zambullido Uruguay, país que albergó el primer Mundial de la historia (1930). Vive una fiesta que agita tanto el balón como la economía.

Por primera vez las tres finales sudamericanas de clubes se juegan en una sede, Montevideo, y en el centro de todo, la «joya de la corona», como la denomina Gonzalo Etcheverry, asesor de la Presidencia uruguaya en materia deportiva, el Estadio Centenario, el vetusto coliseo remodelado gracias a la inyección de US$ 6 millones de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol).

Nadie niega que la renovación de este templo mire hacia la anhelada organización del Mundial 2030, pero, por ahora, quienes intentarán en Uruguay ascender hasta la gloria son cinco equipos brasileños y uno colombiano, cuatro masculinos y dos femeninos.

Junto a ellos, decenas de miles de fanáticos arribarán por cielo y tierra a este país, cuyos futbolistas triunfan en todo el mundo y que ahora sabe que, de la mano del balompié, podrá reactivar el sector turístico, uno de los más golpeados por la pandemia.

INGRESOS
MILLONARIOS
US$ 20 millones es la cifra que se espera ingresar en gastronomía y sector hotelero en la capital, según dijo la intendenta (gobernadora regional) de Montevideo, Carolina Cosse.

Algo superior estima el ministro de Turismo de Uruguay, Tabaré Viera, quien, considerando las reservas de alojamiento en otros lugares del país como Canelones (sur), Maldonado (sureste) o Colonia (suroeste) tras agotarse las plazas en la capital, valora en unos US$ 30 millones la recaudación por la llegada de turistas.

Este cálculo toma como referencia, aunque con moderación por la situación pandémica, la final de la Libertadores 2019 en Lima, cuando se recaudaron US$ 62 millones.

Sin embargo, las cámaras sectoriales prefieren no proyectar este inmediato futuro, ya que, como un veloz automóvil de alta gama, pasaron de 0 a 100 en cuestión de segundos: de la reapertura de fronteras el 1 de noviembre a esta avalancha futbolística.

La Conmebol fijó precios de entre US$ 100 y US$ 650, elevadísimos para la economía uruguaya, pero consciente de que existen fanáticos de alto poder adquisitivo, especialmente en Brasil. No en vano, están programados 240 vuelos chárter (40 desde Europa) a los Aeropuertos de Carrasco y Laguna del Sauce, cercano a Punta del Este.

Según Ignacio Alonso, presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), este evento «genera divisas muy importantes para el país y las arcas de los organismos de recaudación a través del incremento de consumo», además de la contratación directa de servicios de limpieza o ‘catering’.

Ese poderío también lo comenta el dirigente para aludir al hecho de que coincidan cinco equipos brasileños, que muestra que «hay una realidad económica en el fútbol brasileño muy próspera, unida a una ley de sociedades mercantiles para atraer inversiones».

De hecho, el Flamengo y el Palmeiras, con sus plantillas recargadas de figuras como Diego Ribas, Gabriel Barbosa, Felipe Melo o Luiz Adriano, son los dos últimos campeones de la Libertadores.

SEGURIDAD
Uruguay moviliza unos 1.000 efectivos policiales en un operativo que se prepara desde hace meses, explica a Efe el jefe del Estado Mayor de la Policía Nacional, el comisario general Richard Cabral. Labores en la frontera junto al Ejército, controles en carretera y cerca del estadio, son algunas labores que desarrollarán los efectivos para impedir el ingreso de barras bravas, como los 327 hinchas que se quedarán en Brasil por integrar una ‘lista negra’.

«Tratamos de brindar un dispositivo de seguridad desde el ingreso a la frontera hasta el estadio Centenario y de que se desarrolle una fiesta en paz. Procuramos que no haya enfrentamientos, desmanes, robos o agresiones», agregó el subdirector ejecutivo de la Policía Nacional, el comisario mayor retirado Jorge Berriel.

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