Sancionar ya la ley sobre máquinas tragamonedas
La exhibición de máquinas tragamonedas en toda clase de comercios, bares, bolichitos, tugurios, pancherías, despensas y despachos de todo tipo de cosas en los barrios más vulnerables es un hecho pornográfico, ofensivo, vergonzoso y delictivo, especialmente de noche cuando estos aparatos se convierten en verdaderos imanes para personas de todas las edades, pero especialmente menores.
Los especialistas en ludopatía infantil han estudiado estos aparatos y llegado a la conclusión de que contienen un circuito aviesamente programado para generar adicción mediante una secuencia de pérdida-ganancia que mantiene en el jugador, permanentemente encendida, la expectativa de ganar.
Este fenómeno ha sido objeto de atención en el Congreso que ha llevado adelante una ponderable cantidad de estudios convertibles en ley y con dispar suerte. En 2013, el “proyecto Tuma” entró a plenaria y sigue en estudio. El estudio del “proyecto Buzarquis”, con el mismo objetivo, está postergado sine die. El “proyecto Ziet” de 2012 fue retirado por su proponente. El “proyecto Oviedo” tiene dos versiones, una de 2014 que fue al archivo y otra de 2019 que sigue en trámite.
El “proyecto Ovelar, Apuril, Lugo, etc.” que busca proteger a los niños de la influencia de maquinas tragamonedas sigue pendiente de tratamiento. Y también sigue en tramite el proyecto de ley de los juegos de azar y su regulación enviado en 2016 por el Poder Ejecutivo. Esta última iniciativa es mas abarcante, envuelve claramente la prevención de niños en presencia de juegos de azar de cualquier tipo y establece penas carcelarias de seis meses a cinco años de prisión para los
infractores. También reemplaza la CONAJZAR por un organismo con mas poderes y atribuciones llamado -si se promulga la ley- Dirección Nacional de Juegos de Azar.
Así que los honorables tienen una buena labor por delante para evitar sobrelegislar sobre la
materia y generar mecanismos agiles, eficientes y, sobre todo, con penalizaciones contundentes para quienes explotan de forma verdaderamente repugnante las maquinas tragamonedas que desbordan los barrios más vulnerables, con niños que caen una y otra vez en la trampa de arriesgar lo poco que pueden conseguir para ir en pos de un sueño que, demasiado a menudo, se transforma en pesadilla.
Que lo hagan pronto. Porque son miles los niños sin escuela y al alcance de comerciantes inescrupulosos.