Al llegar, la recepción te la da una intensa brisa de gas lacrimógeno. A tu alrededor, de inmediato puedes observar gente con mascarillas, algunos estornudos y ojos irritados.
Todo se complementa con miles de pedazos de vidrio esparcidos por las calles.
Y no es lo peor. Su característico colorido ha sido reemplazado por un tono gris metal que cubre decenas de locales comerciales que intentan hacer frente a la ola de saqueos, robos e incendios que ha azotado al centro de la ciudad puerto desde hace más de un mes, cuando se inició el estallido de las protestas en Chile.
Valparaíso se transformó en una ciudad blindada.
José es dueño de una zapatería en calle Condell, epicentro de los desmanes No dice el nombre de su tienda, porque tiene miedo, como nunca lo había tenido en el largo tiempo que lleva vendiendo zapatos y zapatillas a los porteños.
«Llevo 45 años trabajando aquí, he atendido a tres generaciones de clientes, los abuelos, los padres y ahora a los hijos», cuenta, antes de asegurar que estaba obstinado con cumplir 50 años con su tienda antes de retirarse.
Sin embargo, ya no está seguro de lograrlo. «Secuestrados por el vandalismo»
Desde hace más de un mes, apenas entra gente. Hay un par de zapatos y botas en vitrina, que son los que no alcanzaron a robar. Los ventanales rotos y los ojos llorosos de José cada vez que habla, dan cuenta de la crudeza del momento que atraviesa. «Secuestrados por el vandalismo»
Desde hace más de un mes, apenas entra gente. Hay un par de zapatos y botas en vitrina, que son los que no alcanzaron a robar. Los ventanales rotos y los ojos llorosos de José cada vez que habla, dan cuenta de la crudeza del momento que atraviesa. Y puede sonar a exageración pero para Héctor Arancibia, Presidente de la Corporación de Comercio Unido de Valparaíso, no lo es.
«En Calle Condell hay 150 locales comerciales, de ellos 46 están saqueados, 17 quemados y 55 funcionando a media máquina. Otros 12, ya decidieron cerrar e irse» asegura con pesar y continúa: «Hemos tenido que escondernos y protegernos para salvar nuestros locales, los que quedan… Estamos contratando guardias privados y blindando. Parecemos bunkers» .
Cada blindaje metálico, dependiendo del tamaño del frontis, cuesta entre 200.000 (US$248) y un 1,5 millones de pesos (US$1866), pero aún así, no garantizan seguridad total. Nada lo podría hacer.