Unos días atrás nos ocupábamos de que en los aumentos salariales a funcionarios del Estado, la mayoría ligó su parte a costa de la postergación de la jerarquización salarial de los maestros, que deberán esperar tiempos mejores mientras policías, militares y operadores políticos ya están allí.
Ahora, la segunda pata del trípode se ha desplegado. Cinco gobernaciones departamentales y 73 municipios no han hecho el llamado a licitación para la provisión de alimentos destinados a la alimentación escolar de 2020. La denuncia de la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas fue contundente. El llamado debió haberse hecho en setiembre. Y esto es sintomático. Hay de nuevo un fuerte olor a maniobras para preparar el terreno y adjudicar luego, a los apurones, a los socios y compinches de siempre.
La razón de un llamado a licitación con suficiente anticipación está en todos los manuales de organización y método administrativos. Los caminos críticos, los cronogramas, han sido creados para eso, para asegurar procesos ordenados, con llaves de seguridad contra equivocaciones e intentos de fraude. Pero no. Son los municipios y las gobernaciones con las arcas más escuálidas, rapiñadas por administraciones incompetentes y voraces, los que esperan fondos especiales para el desayuno y el almuerzo escolar pero no para volcarlos a su fin específico sino para otros, casi siempre derivados de malos manejos administrativos, malversaciones y direccionamiento interesado de obras y servicios en los ámbitos municipales y departamentales.
La tercera pata del trípode se va a desplegar en los prolegómenos del año académico 2020. Y son los útiles escolares distribuidos por el MEC. Este es otro mar de los sargazos en el que navegan a gusto los sinvergüenzas de siempre. EL programa 2019 involucró más de Gs. 122.000 millones en diversos tipos de materiales escolares destinados a 1.500.000 estudiantes. Como en la alimentación escolar, el programa está rodeado habitualmente de denuncias por llegada tardía a destino, mala calidad de los materiales y, a veces, kits completos vendidos en improvisados negocios de ocasión cuando su entrega debe ser por completo gratuita.
Cada año lo mismo: retrasos, mala calidad, corrupción… y la educación una vez más como moneda de cambio de la corrupción.