Una de las cuestiones que a los políticos les cuesta mucho entender es el tiempo de obsolescencia que tiene un gobierno, el hecho de decir en un momento determinado es el instante que debo partir porque «la voluntad popular ya no está conmigo», eso le ha pasado a Evo Morales en Bolivia que ha convocado un referéndum para pedir al pueblo boliviano si estaba de acuerdo o no para continuar por otro periodo más, pero el pueblo le dijo que no, posteriormente manipuló esta decisión convenciendo, persuadiendo o comprando, usted elija la palabra, a la Corte Suprema de Justicia que dijo que no se le puede cercenar un derecho fundamental como pretender ser presidente de nuevo a Evo Morales.
Aquello que pareciera ser el fin, no concluyó hasta el domingo en donde el propio Tribunal Electoral, en un conteo rápido había afirmado que la diferencia era poco menos de 4 puntos pero, sin embargo, después de 23 horas, al día de ayer, la diferencia era de 10.4 a favor de Evo Morales, por lo cual no habría segunda vuelta.
Los bolivianos se enojaron, salieron a las calles comenzaron a quemar lugares referenciados como sitios electorales y también echaron la estatua de Hugo Chávez, con la experiencia y la historia que tiene Bolivia con levantamientos de este tipo, con ahorcamientos de presidentes que han dado decepción no hay nada de raro en afirmar de que Bolivia, si es que no reconoce un resultado electoral justo, termine incendiándose como en este momento está pasando en Chile.
Es el momento de entender cuánto dura la caducidad de un gobierno y cuándo debe saber que tiene que marcharse.