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El legado de un astronauta francés

Todo nacimiento y muerte en el mundo es importante porque estamos dando la bienvenida o despidiendo a un ser vivo, sin saber lo que hará el impacto que tendría su presencia entre nosotros. El ser humano se hace destacable en nuestros ambientes y tiempo si logra llegar a lugares donde el común terráqueo no ha llegado todavía. Me refiero a espacios más grandes que una ciudad o país porque la persona muerta a la que me refiero ahora es Jean-Jacques Favier, que fue el sexto astronauta francés en viajar al espacio.

El físico e ingeniero de formación Jacques Favier, pasó 16 días, 21 horas y 48 minutos en órbita en 1996. Eso es catorce años después de Jean-Loup Chrétien, el primer francés en volar al espacio. Este galo que tuvo la oportunidad de visitar el espacio ahora se encuentra explorando la otra dimensión a los 73 años.

Nacido el 13 de abril de 1949 en Kehl, Alemania, Jean-Jacques Favier ingresó en la Escuela Nacional de Electroquímica y Electrometalurgia de Grenoble en 1971. Obtuvo un doctorado en ingeniería de la Ecole des mines de París, así como un doctorado en física y metalurgia de la Universidad Joseph-Fourier-Grenoble 1 en 1977.

Fue seleccionado en 1985 como «astronauta experimental» por la agencia espacial francesa, mientras era ingeniero investigador en la Comisión de Energía Atómica (CEA). En 1995, fue designado como astronauta especialista para un experimento en el laboratorio Spacelab, llevado por la nave estadounidense.

Singular logro

Lo que hace destacable a este astronauta es que pasó dieciséis días, veintiuna horas y cuarenta y ocho minutos en órbita, del 20 de junio al 7 de julio de 1996. Eso es catorce años después de que Jean-Loup Chrétien , el primer francés en volar al espacio, a bordo de una nave espacial rusa Soyuz.

Hace poco tuve la oportunidad no de volar al espacio sino de observar un documental que enseñaba la exigente preparación física e intelectual que debe tener un candidato para viajar al espacio con el fin de realizar estudios, descubrimientos y últimamente lo que se encuentra planteado cómo excursiones abiertas para el común terráqueo que no quiere morir sin antes haber salido “literalmente” de su casa solo para saber cómo se siente estar en órbita. Los costos son altos todavía y hay que gastar mucho para orbitar fuera de nuestro planeta.

El éxito del desaparecido astronauta francés es una muestra de esfuerzo, conocimiento y perseverancia.

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