Amanece en Paraguay y, como cada mañana, Basilio se despierta entre el sonido
del despertador y la incertidumbre de saber si podrá afeitarse antes de ir a trabajar.
«Esta semana en mi casa hubo muy poca agua», lamenta en guaraní tras recibir la
nueva reprimenda de su jefe.
Así comienza «Y (agua en guaraní)», el nuevo cortometraje de la directora
paraguaya Cristina Arana y protagonizado por Jork Aveiro, donde se denuncian los
cortes de agua en uno de los países que alberga al tercer acuífero más grande del
mundo: el Guaraní.
«El objetivo es que la gente se despierte un poco y vea lo que en realidad está
ocurriendo no solamente en Paraguay, sino en el mundo. Porque esto ocurre en
muchos países del mundo», explica a Efe la cineasta.
Radicada en España desde hace 18 años, la treintañera Arana encontró la
inspiración para esta pieza de doce minutos en los 45 días que pasó en su país
natal, junto a su padre.
«Me despertaba con él a las cuatro y media o cinco de la mañana a tomar mate y
entonces recalentaba el agua del día anterior porque no había. Abría el grifo y no
salía», relata con indignación.
No obstante, Arana no tiene reparo en admitir que parte del génesis de la obra fue
producto de un día de vinos junto a su amigo y protagonista del cortometraje, Jork
Aveiro.
«Jork me dijo: oye Cris, ¿y si hacemos algo juntos? Al día siguiente me desperté y vi
un mensaje preguntándome si lo que hablamos ayer seguía en pie. Le dije que sí y
empecé a escribir la historia», reconocen a Efe entre risas.
NORMALIZAR LA CORRUPCIÓN
Para la directora, resulta «contradictorio» que los paraguayos sufran el
desabastecimiento de agua, mientras el Acuífero Guaraní riega los campos y apaga
la sed de sus vecinos uruguayos, brasileños y argentinos.
«Que en la capital de un país ocurra eso es bastante duro y vergonzoso», denuncia
Arana, mientras señala a la «corrupción bestial en tema de administración» y a la
«infraestructura nefasta» como principales razones por las cuales no se revierte la
situación.
«Sabemos que los políticos y gobernantes tienen que invertir en carreteras e
infraestructuras para el agua y la luz y no hay. Hay una corrupción bestial en ese
sentido y la gente se acabó acostumbrando a eso», reflexiona Arana.
Por su parte, Aveiro asegura que, a diferencia de «otros pueblos y países», los
paraguayos se conforman con «las migajas» que el gobierno les brinda, mientras sus
programas electorales «terminan en pura promesa».
«Vivimos en un constante estado de pasividad», sentencia el actor, y añade que
«Paraguay es un país en el que constantemente seguimos esperando».
PAGAR POR UN SERVICIO INEFICIENTE
Más allá de encarnar el papel de Basilio, el actor también es víctima de los cortes de
agua y luz que sacuden a la población guaraní y, en especial, a quienes no pueden
acceder a la compra de motores o tanques para el agua.
«En noviembre, diciembre y enero es una lucha bañarse y tener agua para las cosas
básicas. Tienes que tener tus bidones en donde cargar el agua», remarca a Efe
Aveiro, criticando, al mismo tiempo, la ausencia de rebajas en la factura del
suministro.
Sobre la acogida de esta obra galardonada con el Premio a Mejor Cortometraje en
el Aqua Film Festival de Italia, Arana manifiesta que «en Paraguay explotó» (se
sorprendió), aunque el país sudamericano tendrá que esperar hasta el próximo año
para el estreno en sus pantallas.
Mientras tanto y, según adelanta Aveiro, Basilio y su crítica al desabastecimiento de
agua en el mundo seguirá recorriendo distintos puntos del globo.
«Basilio no es paraguayo, sino que representa a millones de personas en todo el
mundo. Creo que en todos los países hay un Basilio», concluye el actor.