El italiano Valentino Rossi puso punto y final a su carrera deportiva después de 432 grandes premios y 26 temporadas en las que ha logrado nada menos que nueve títulos mundiales, uno de 125 c.c. (1997), otro en 250 c.c. (1999) y siete de 500/MotoGP (2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2008, 2009).
Consiguió elevar el motociclismo a alturas nunca alcanzadas gracias a sus celebraciones, su espectacularidad sobre la pista y la manera de hacer las cosas que han cautivado a los aficionados al motociclismo de los cinco continentes que desde mucho antes de su retirada ya lo han considerado una leyenda.
Rossi, natural de Urbino, donde nació el 16 de febrero de 1979, no ha podido resistir el paso del tiempo frente al “tirón” de las jóvenes promesas y ello unido a su escasez de resultados le llevó a tomar la determinación de dejar de competir al final de la presente temporada en el campeonato del mundo de motociclismo.
En su mente ya se gestan nuevos retos en el mundo de las cuatro ruedas que irá desvelando con el paso del tiempo, aunque ahora toca despedirse y ese, aunque lo disimule, va a ser un momento duro para alguien que lo ha dado todo por el motociclismo y, a la vez, ha recibido tantísimo del motociclismo.
Valentino Rossi debutó en 1996 en el campeonato del mundo y ese mismo año, antes del inicio del mundial, ya estuvo en Madrid en la presentación de la Copa Cajamadrid Aprilia con figuras en ciernes como Jorge Lorenzo, por entonces con diez años, o Álvaro Bautista, y respaldado por uno de sus primeros “jefes” o mecenas, el italiano Gianpiero Sacchi, quien “vendió” maravillas de aquél joven chaval de larga melena rubia.
Sus 115 victorias y 235 podios en total, son un bagaje al alcance de muy pocos pilotos, pero seguro que para la inmensa mayoría de los aficionados al motociclismo lo que quedará para el recuerdo serán sus variopintas celebraciones, que desde 1996 comenzaron a hacer famoso y todos esperaban tras alcanzar lo más alto del podio.
“Rossifumi”, en honor a un piloto al que admiraba, el fallecido japonés Norifumi Abe, y sus hazañas, ya estaban en boca de todo el mundo, y su fulgurante ascenso hasta la categoría reina, regado con su segundo título mundial con veinte años y en los 250 c.c.
Sus peripecias y locuras no pasaron desapercibidas para nadie, pero él supo avalarse con los resultados y así fue como logró casi a las primeras de cambio el título mundial de 500, el primero de una larga lista, en 2001.
A ese primer título de la categoría reina le siguieron otros dos de la mano de Honda, los de 2002 y 2003, pero en esta temporada las desavenencias entre las partes acaban en ruptura con un piloto dolido con el fabricante japonés, al que consideraba que no ponía en valor sus habilidades.
En su primer año con el fabricante de Iwata le ofreció un nuevo título mundial, al que sumó un segundo, consecutivo, en 2005, y llegaron dos títulos más, los de 2008 y 2009, ambos de la mano de Yamaha, que vivió algunos de sus mejores momentos con él hasta 2010.
El título no llegaba y Valentino Rossi comenzó a impacientarse hasta que llegó 2015 y tuvo en las manos un anhelado décimo título mundial, pero las carreras de Australia y Malasia supusieron un auténtico bombazo, más bien un jarro de agua fría para él y para el campeonato por varios motivos.
Tanto en 2015 como en 2016, Valentino Rossi logró el subcampeonato mundial, pero para un piloto acostumbrado a ganar aquello era, ni más ni menos, que el resultado que siempre se ha dicho que es una derrota pues “el segundo es el primero de los que pierde”.
En 2017 y en Assen llegó su última victoria, acabó quinto el campeonato y, desde entonces y hasta ahora, cuando ha anunciado su retirada al final de la temporada, sus altibajos han sido una constante y probablemente la razón que al final le llevó a tomar la decisión de parar.
Uno de los más grandes de la historia del motociclismo mundial da un paso a un lado para que los jóvenes intenten escribir una trayectoria deportiva tan brillante y exitosa como la protagonizada por Valentino Rossi, el más grande “Il Dottore”.