Si algún día Ud., amable lector, viaja a Santiago de Chile y se va a comer a algún restaurant , haga la siguiente prueba: pida un bistec o un churrasco o como quiera llamen los chilenos a la carne asada- y pregúntele al mozo de donde proviene la carne. Lo más probable es que le informe que el corte que usted está saboreando provenga del Paraguay y, si pide más detalles, de qué establecimiento ganadero ha salido. ¿Exageraciones? De ninguna manera. Se llama “trazabilidad”.
La Organización Internacional para la Estandarización, que establece las denominadas “normas ISO”, define la trazabilidad como “el conjunto de aquellos procedimientos preestablecidos y autosuficientes que permiten conocer el histórico, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros en un momento dado, a través de unas herramientas determinadas”. Suena a galimatías pero es un procedimiento infalible que permite saber con precisión el origen de un producto determinado, entre ellos, los alimenticios o de recreación, como el tabaco o el alcohol, por ejemplo.
Actualmente, para operar en los mercados internacionales, se exige cada vez con mayor rigor la inscripción de establecimientos que elaboran o procesan productos de consumo humano en el sistema ISO que otorga sellos y verificaciones que avalan origen y calidad de cada producto.
Hace un par de años, un cargamento de azúcar decomisado y que se suponía era de producción nacional, finalmente resultó ser de origen brasileño e introducido de contrabando al país en donde luego fue reembolsado en envases con la leyenda “industria paraguaya”. ¿Cómo se desenmascaró la maniobra? Mandando a analizar muestras del producto cuya huella genética –condición básica para adquirir trazabilidad- llevó a los investigadores a un ingenio azucarero brasileño.
En estos días, un enorme cargamento de cigarrillos, listo para ser inyectado en Brasil de contrabando, cayó en comiso sin que nadie se haga responsable del mismo. Los fabricantes reconocen el producto pero ignoran a quien se lo vendieron. Así de grosero. Si es posible determinar el origen de un producto a través del complejo sistema de trazabilidad, ¿cómo resulta imposible trasladar el mismo principio a la cadena de comercialización? Nos toman el pelo. Una vergüenza.