Está claro que si el Paraguay no inicia en serio la transformación de su sector eléctrico, todas las proyecciones dirigidas a lograr un mejor aprovechamiento de sus disponibilidades de energía limpia son simples frases en un papel. Venimos sosteniendo que el tiempo para hacer proyectos, estudios de factibilidad, diseño de sistemas, proyecciones de mercado y demás terminología de consultores se está acabando. Aunque el crecimiento de la demanda eléctrica sea apenas vegetativa, los excedentes utilizables de las dos binacionales van achicándose a ritmo sostenido y muy pronto estaremos “en caja” con Itaipú y Yacyretá.
Pensar en nuevas hidroeléctricas del tamaño de las existentes está por completo fuera de orden. Por eso se va haciendo cada vez más insistente el tema de las energías limpias, renovables y sin impacto severo medioambiental. Si bien Itaipú y Yacyretá cumplen los dos primeros requisitos el tercero no cierra con los actuales canones.
¿El futuro inmediato? A nuestro criterio, es cada vez más urgente reformar el sistema energético. La ANDE como monopolio ya no corre. Anquilosada por falta de inversión, la empresa se ha convertido en un paquidermo torpe e ineficiente, que sólo acumula pasivo infraestructural. Es necesario encarar una transformación profunda de todo el sistema, abrirlo a la iniciativa privada, administrar el gran mercado dividiéndolo entre generadores, transportadores y distribuidores, que a su vez contemplen las múltiples formas de demanda de energía (usuario mayor, usuario menor, usuario particular, etc.). Esta fragmentación de los sectores permite la constitución de grandes y medianas empresas de capital privado que atiendan los diversos tramos de la demanda, incorporando tecnología y métodos administrativos y de facturación avanzados.
Para eso, naturalmente, hace falta crear el ente regulador de energía, instancia vigente en todo el mundo… menos en el Paraguay.
Si esta reforma es encarada con decisión, será más fácil abrir la opción “energías verdes”, en especial la solar y la eólica cuya generación es fácilmente insertable en un sistema tecnológicamente y administrativamente diversificado y de demanda con características de alta complejidad.
Sin reforma del sistema, es inútil siquiera imaginar todo lo demás.