Hace algunos días decíamos que la pomposamente titulada empresa de servicios sanitarios está robando miserablemente al usuario al cobrarle una tasa por un alcantarillado sanitario que no existe.
Está muy bien que el ministro de Obras Públicas se envuelva en nubes de incienso describiendo portentosas plantas de tratamiento de aguas negras para millones de habitantes… que hasta ahora solo son apenas proyectos o, a lo sumo, obras en construcción. De ahí hasta que le conecten los caños al usuario al que están saqueando con cobros absurdos, pasará aún quien sabe cuántos años. Esa es ESSAP, paradigma de ineficiencia de categoría mundial.
Luego está la ANDE, empresa pública que supo concitar la aprobación y, en algunos tramos, hasta la admiración del cliente por sus rápidas respuestas a emergencias. Pero eso ya es historia antigua que se fue con el siglo XX. Lo que queda es un paquidermo burocrático, con un pasivo infraestructural enorme y un creciente grado de obsolescencia.
Pregunta para el amable lector:
¿Alguien vio, aunque sea por casualidad, a algún funcionario de la aguatera o la eléctrica leer los medidores de su domicilio? La inmensa mayoría dice que no. ¿Será que salen a medir a las 3 de la mañana, disfrazados de carriteros o vendedores de chura? ¿Cómo hacen, entonces? Olvídense de los “medidores inteligentes”, online o cualquier otra pavada digital. Los que usted tiene en su casa son simples contadores de kilovatios o litros o metros cúbicos. Si alguien, presencialmente, no anota sus números, no hay lectura. Así de simple.
La propia ANDE ha reconocido que, para corregir las últimas y escandalosas sobrefacturaciones va a prorratear facturas previas… que también habrán sido prorrateadas de otros prorrateos anteriores. ¿O no? Y la aguatera no le irá a la zaga en este gran deporte del promediado a ojímetro.
La gente ya no está harta, está podrida de que le metan la mano en el bolsillo. ¿De quién debemos esperar la iniciativa de romper estos enclaves de opacidad y saqueo? ¿Qué es eso de “promediar” las facturas? ¿Cuándo demonios vamos a tener un servicio prestado con profesionalismo, eficiencia y, sobre todo, sin robar miserablemente al usuario? El COVID no es excusa. Paren ya de robar.