Para la ex ministra de Vivienda e ingeniera civil, Soledad Núñez, la política es el ejercicio de construcción del bien común, no la ve como el camino de búsqueda y retención del poder.
Soledad prefiere adherirse a la definición más clásica y cree fielmente que se hace política desde la condición vecinal, desde las organizaciones de la sociedad civil, cuando las personas se preocupan por su barrio.
“Comencemos a crear un concepto de política distinto, alejarnos de hacer política con bajezas, si queremos construir una sociedad en base a principios de justicia igualdad y equidad, donde todos puedan progresar en igualdad de condiciones y que no sea una cuestión de privilegiados tener acceso a los servicios públicos”, aseguró la ingeniera.
Nuñez agregó que la corrupción es el reflejo de la falta de integridad, por ello, los intendentes electos en las próximas contiendas de octubre deben tener capacidad de gestión y no sentir miedo a tomar decisiones difíciles.
“Son decisiones que necesita Asunción y las otras ciudades y van a ser consideradas por un sector como no populares, como aumentar impuestos, vemos la evasión que hay en los impuestos inmobiliarios, la disparidad del valor fiscal de las propiedad y el valor de mercado, y eso se refleja en poca recaudación municipal, son decisiones difíciles para un intendente en este contexto, sobre todo, las personas no quieren pagar impuestos porque no ven resultados”, dijo.
Por estas razones, los intendentes deben dar señales rápidas y claras, reducir el gasto corriente, hacer que el Municipio sea más eficiente y mostrar transparencia e integridad. Además, deben tener cintura política para llegar a acuerdos con la Junta Municipal que es un actor no menor en el proceso de la toma de decisiones.
ASUNCIÓN Y SUS PROBLEMAS
Soledad acotó que la problemática de los Bañados es una bomba de tiempo y muchos de los síntomas de la realidad de exclusión social, precariedad, y extrema vulnerabilidad que viven las familias se están sintiendo en una ciudad segregada, y la situación tiene que ser abordada por las políticas.
“Existen muchas personas viviendo en pocos metros cuadrados y además de eso, la calidad que componen las viviendas en asentamientos, son temas que merecen atención. No podemos apretar un botón, volver el tiempo atrás y decir planifiquemos la ciudad, ahora tenemos que ser creativos. Las políticas públicas deben ver cómo regenerar ciertos barrios de la ciudad marginados, como incluirlos social y físicamente”.
Recordó el barrio de la Chacarita Alta que es un proyecto que se inició cuando le tocó estar al frente de la Senavitat y le sigue pegando el ojo para ver al ritmo que avanza en esta nueva administración. El proyecto plantea la integración de 700 u 800 familias que habitan en la zona no inundable de la Chacarita, pero que están marginados.
“Nadie se imagina transitar los pasillos de la Chacarita en la tarde, tomar un café, visitar a la familia, porque lo asociamos con la inseguridad, muchas veces esa exclusión termina siendo un terreno fértil para que el crimen organizado se inserte, y hay familias con mucho potencial, ganas de progresar, pero tenemos espacios oscuros y síntomas de exclusión que tienen que ser abordados”, aseguró la ingeniera civil.
EL BARRIO SAN FRANCISCO
Soledad explicó que si los proyectos de vivienda se encaran solamente desde la dimensión de vivienda probablemente fracasen desde el punto de vista social. La meta del barrio San Francisco fue mejorar las condiciones de vivienda y hábitat y que sea una plataforma para acelerar los procesos de reducción de la pobreza.
Había un plan de gestión social y el proyecto empezó 1 año y medio antes de que se coloque el primer ladrillo, con la visita a cada una de las familias que estaban dentro del perímetro que se había seleccionado, eran 5 barrios de la zona inundable próxima al parque Caballero.
“Tuvimos un batallón de trabajadores sociales que visitaron una a una esas familias, lo que nos permitió comprender su perfil, ya que a veces creamos un estereotipo y la población de los Bañados es súper heterogénea, hay militares, policías, recicladores, personal de limpieza, funcionarios públicos, cada familia merece atención particular”.
Continuó diciendo que tenían mapeadas 300 familias más vulnerables, el 30% de las que se mudaron eran trabajadores informales con una crítica situación de ingreso del hogar o madres solteras con muchos hijos pequeños expulsados del sistema educativo. Hubo un quiebre después de la mudanza en julio de 2018, vinieron las elecciones en agosto, y el día 16 se retiró todo el equipo del Ministerio de Vivienda que estaba guiando el proceso.
“Hago un llamado a quienes hoy están pugnando por ciertos cargos electorales a que no desechemos lo bueno que viene del antecesor, tratemos de reconocer y evolucionar como sistema político para hacer que las políticas de estado puedan funcionar en Paraguay. Seamos críticos para rescatar lo bueno y mejorar las cosas con debilidades”.
EL FUTURO DEL PARAGUAY
Finalmente, aseguró que hay un hartazgo ciudadano importante para movilizar a los individuos y colectivos en pos de una visión en común, el riesgo es que ese hartazgo no termine inmovilizándonos.
“Es peligroso, porque terminamos tan frustrados y atormentados con la realidad que elegimos alejarnos y el llamado es a no cansarse ni frustrarse, establecer caminos de diálogo, si hay algo bueno de la crisis es la capacidad de unirnos. En un corto plazo podemos tener una realidad diferente en el sentido de la polarización, depende de los liderazgos y las élites económicas, que tomen el rol protagónico para poder indicar cuáles son los futuros posibles después de esta crisis”, concluyó Soledad Núñez.