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Salvemos la integridad de 2022

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El impacto del COVID19 ha logrado enmascarar el horror que nos provoca, cada año, la contabilidad de la muerte por patologías diversas en el Paraguay. A la cabeza marchan las enfermedades del espectro cardiocirculatorio, que en 2019 se llevaron la vida de 6.282 personas mientras que el cáncer fue la causa de otros 5.089 decesos. Las enfermedades infectocontagiosas ocupaban un lugar muy acotado dado que la mayoría son contenidas con eficientes programas de inmunización. Pero la aparición del COVID19 pateó el tablero y proyectó a las nubes la incidencia de esta enfermedad dejando en penumbras a las demás.

Sin embargo, el hecho de ignorarlas no hace que desaparezcan o que castiguen con menor fuerza a sus víctimas. Lo que está sucediendo es que ya el sistema no alcanza para todos y ha llegado ese momento crítico en el que los médicos y administrativos hospitalarios deben establecer prioridades a la hora de destinar camas, quirófanos y unidades de terapia intensiva o intermedia. 

La pregunta que cabría hacerse: ¿Quién tiene prioridad, un enfermo grave de cáncer, con una crisis cardiorrespiratoria o un paciente de COVID?

Aunque resulte triste admitirlo, como el virus chino tiene hoy toda la atención de la opinión pública, relegar un paciente de COVID para atender a uno de otra patología garantiza una brusca condena para el personal involucrado. Ya ha pasado. Lo penoso es que tanto el uno como el otro tienen idéntico derecho a recibir atención médica especializada, sea en un hospital público o en una clínica privada con cobertura de medicina prepaga.

¿Es lícito señalar culpables dentro de esta situación límite? Más importante que eso es saber lo que vamos a hacer como sociedad a partir de una realidad tan evidente y lastimosa: el sistema de salud no existe como tal sino como un inconexo conglomerado de acciones separadas. 

Se impone, en consecuencia, un abordaje multiinstitucional y transversal que convoque voluntades y coordine acciones. Tanto el sistema de salud como el de educación deben ser apartados de toda beligerancia política y conducidos a mesas de análisis y diagnóstico que garanticen propuestas superadoras y, si se puede, innovadoras para evitar en el futuro los colapsos y las fragilidades que padecen hoy día.

Y debemos hacerlo pronto. El año 2020 ya está perdido y el 2021 seriamente comprometido. Debemos salvar a toda costa la integridad de 2022. 

Basta de perder tiempo.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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